Antonio Turok, el fotógrafo mexicano y documentalista social da cuenta de su paso por la fotografía de guerra en la exposición Antonio Turok. La línea de fuego, integrada por 30 piezas que exhibe el Centro de la Imagen “en la que hago una reflexión sobre la guerra que hoy en día parece estar más de moda que cualquier otra cosa”. Sin ser una retrospectiva pues “todavía tengo curiosidades por caminar”, la exposición plantea otra manera de observar. “Es una visión más mesurada, más filosófica y poética. Cuando uno hace periodismo, la intención es informar, en este caso mi intención es que el espectador se formule una serie de preguntas, que use su inteligencia visual: no qué ves, sino que piensas y qué sientes”. Mirada más reflexiva y filosófica Desde esa perspectiva más profunda, Antonio Turok propone una visión desde el tercer ojo que está entre los dos ojos que observan. Su afán es encontrar ese punto en el que los objetos se suspenden, quiere tensar las imágenes para cimbrar al espectador, para confrontarlo con la condición humana, pero está vez más a través del paisaje, como no lo hizo antes. Turok dice que rara vez puso interés en el paisaje “pero en este caso hago una referencia a partir de tres de mis primeras obras impresas en plata sobre gelatina, tomadas en 72 y 74, que es un poco mi origen como fotógrafo. Cuando las encontré en mi archivo me pregunté: ¿qué pensaba como adolescente al enfrentarme a esas imágenes?” Esas imágenes marcan el inicio de una historia sinfín que concluye con una gran obra tomada entre 2009 y 2010 para la que Turok utilizó una cámara panorámica desde la que armó sus discursos y diálogos. El documentalista social quiere dejar constancia de lo que le ha tocado vivir y capturar, como los registros que incluye esta exposición: la guerrilla en Centroamérica en los años 80, imágenes de Chiapas durante el levantamiento zapatista, el 11 de septiembre en Nueva York, el nacimiento de la APPO en Oaxaca, así como las migraciones centroamericanas, la raza mexicana en la frontera y los barrios de Texas, Los Ángeles y Chicago, . “Si algo quiero en estas imágenes es que cuando crezca mi hija diga: ‘por lo menos mi papá intentó documentar y narrar estos desastres’; yo quiero que nos se nos olvide la memoria histórica, esos son mis frentes de batalla ahora que veo con otros ojos”. Antonio Turok acepta que siempre ha buscado situarse en la línea de fuego porque la vida se rige por el deseo de sobrevivir. “A lo mejor es mi naturaleza de curioso, de metiche, de estar observando. Una de las enseñanzas es que le he perdido miedo a las cosas y quisiera que los seres humanos tuviéramos menos miedo de hacer frente a nuestros instintos. En el frente de batalla no digo este es el bueno y este el malo, lo que observo es la condición humana”, dice el fotógrafo. Más información:SÁBADO 12 DE JUNIO DE 2010
Antonio Turok: los disparos de una Reflex en la línea de fuego
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Siempre librándola en el frente de batalla como aquel 1 de enero de 1994, cuando un miliciano del EZLN le apuntaba con el rifle al tiempo que él, Antonio Turok, le apuntaba con la cámara... de los dos, sólo el fotógrafo disparó. O las múltiples ocasiones en las que sin chaleco antibalas ni casco, sólo armado con su cámara Reflex de rollo, se mantuvo en la línea de fuego entre la policía y la APPO.
Antonio Turok: los disparos de una Reflex en la línea de fuego
Yanet Aguilar Sosa / El Universal 12/06/2010
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