Mensaje del Consejo de Presidencia de la CEM a nombre del Episcopado Mexicano con motivo de la muerte de Mons. Samuel Ruiz García

“El que planta y el que riega forman un todo; cada uno, sin embargo, recibirá su recompensa conforme a su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios, ustedes campo que Dios cultiva, casa que Dios edifica” (1 Cor 3, 8-9)

Hermanos Obispos Mons. Felipe y Mons. Enrique, hermanos sacerdotes
Hermanas y hermanos fieles laicos y religiosas de la Diócesis de San Cristóbal de las casas

Los Obispos de México nos unimos a su Iglesia Particular en este momento de gracia del Señor Jesús y compartimos los mismos sentimientos que están en sus corazones. Deseamos que llenos de fe y esperanza agradezcamos al Señor la vida y obra de quien fuera su Pastor, Don Samuel Ruiz García. Él fue siempre reconocido por su adhesión a Cristo y por compromiso fiel con los más necesitados. Vivió en cada momento su lema episcopal: “PLANTAR Y EDIFICAR”.

Sin duda, que habiendo sido consagrado Obispo, un 25 de enero de 1960, fiesta solemne de la conversión de san Pablo, siguió su ejemplo para convertirse en discípulo misionero, para llegar no solo a las comunidades más lejanas, sino, sobre todo al corazón de hombres y mujeres que vieron en Él a un hombre de Dios.

Don Samuel, promotor incansable de la paz y voz clara de la justicia, no desfalleció ante los momentos difíciles, demostrando en quién había puesto su confianza. Por esta razón, hoy, los Obispos de México, elevamos nuestra acción de gracias y nuestra oración, junto con todos Ustedes, para que este trabajo plantado y edificado en el nombre de Dios, siga dando frutos de vida cristiana y se consolide en la práctica pastoral la enseñanza social de la Iglesia e influya como levadura en la transformación social que necesita nuestra Patria.

Su experiencia y amor eclesial se vieron reflejados en sus aportes en las sesiones del Concilio Vaticano II, en las participaciones de la Conferencia del Episcopado Mexicano, en el Consejo Episcopal Latinoamericano, en su liderazgo para promover la paz y los derechos humanos en México y en sus ponencias a nivel internacional. Siempre en clave de “amor y reconocimiento al prójimo”.

La presencia de todos Ustedes en esta Celebración Eucarística nos garantiza que, lo que se hizo en nombre de Dios, seguirá adelante. Un reconocimiento de su labor, será que también cada uno de Ustedes siga siendo heraldo de la caridad en la verdad, promotores del diálogo y del respeto, evangelizadores convencidos de la vida de Dios en cada una de las comunidades.

Viviendo, “esta hora de gracia”, como titularía una de sus cartas pastorales, también pedimos a Dios que reciba a nuestro hermano Samuel, con el premio de la corona inmortal, reservado a quienes han vivido con fidelidad el seguimiento de Jesucristo el Señor de la historia. Nuestra oración y cercanía.

Por los Obispos de México.