ÚLTIMA EXPEDICIÓN, 67 AÑOS DESPUÉS.
10 – 16 de agosto del 2010.
En 1943 Gertrude Duby se internó en la Selva Lacandona por primera vez luego de un largo viaje que preparó desde que leyó “Los Indios de México” de Jacques Soustelle. El viaje lo hizo con apoyo del entonces gobernador de la Entidad, don Rafael Pascasio Gamboa quien la recomendó
para realizar la expedición con don Manuel Castellanos. Don Manuel la llevó hasta Ocosingo, por un camino angosto donde mulas y carretas transitaban con todo tipo de productos, y ahí la dejó, no sin antes recomendarle que encontrara a Frans Blom, el único hombre blanco que tenía contacto frecuente con los lacandones.
Conoció a Frans Blom en el aeropuerto de Ocosingo y pocos días después lo alcanzó en la selva acompañada de un grupo de arrieros. El viaje de ambos continuó por veinte años, hasta la muerte de Frans en 1963.
Las siguientes expediciones que prepararon fueron de carácter científico con distintas instituciones internacionales y nacionales. Frans había viajado a la Selva por primera vez en 1924 y mantenía un gran archivo de los distintos viajes, los antiguos caminos y veredas con los que fue
construyendo poco a poco uno de los proyectos más importantes de su vida: el mapa de Chiapas, concluido en 1955.
En los mapas de Blom se aprecian los distintos caminos que él y Trudy tomaron para visitar a Chan Kin Viejo en la Selva y cada uno de estos viajes representaba una exploración en búsqueda de los rastros de los antiguos mayas, no sólo en el legado de vestigios arqueológicos, sino en
lo que Blom consideraba el más importante legado de los habitantes originales de la región: la presencia indígena.
En 1951 la Viking Foundation de Dinamarca financió una expedición con la que Frans Blom pudo adquirir el primer equipo de filmación de la Asociación y uno de los primeros del SuresteMexicano. Previamente, en 1928, Blom realizó una expedición financiada por la Grey Memorial que dio origen al documental “men, mules and machetes”, trabajo que continuó y dio origen a un ensayo sobre los preparativos que debían de hacerse para los recorridos en lo que entonces era selva cerrada: los machetes eran entonces el utensilio indispensable para adentrarse en el
espeso bosque tropical denominado “desierto de los lacandones”.
Con la muerte de Frans Blom no se interrumpieron las expediciones, sino que cobraron un nuevo interés por parte de Gertrude Duby: la conservación de la Selva Lacandona pues muy pronto ella empezó a vislumbrar la que denominó la más grande tragedia ecológica del mundo.
En efecto, la tala que durante años se había venido dando por medio de hachas y sierras a manos de los antiguos monteros extranjeros pasó a ser una de las opciones de financiamiento del Gobierno Mexicano y se introdujeron para este efecto caminos y maquinaria que permitieron la
devastación y colonización de áreas a las que no habían tenido acceso las monterías. Entre 1951 y 1973, la deforestación de la Selva Lacandona alcanzó los más altos niveles: Gertrude Duby decidió alzar la voz ante el mundo y demandar el alto a la deforestación, tarea que mantuvo
hasta su muerte.
Entre 1860 y 1960 se deforestaron un total de 665,000 hectáreas y para la década de los sesentas los programas de colonización y transformación de la actividad en áreas ganaderas dio inicio a la más grande pérdida del macizo forestal debido a las actividades agropecuarias, asentamientos
irregulares, incendios forestales, tala y caza en las que participaron intereses de empresas forestales paraestatales como Corporación Forestal Lacandona (COFOLASA), Aserradero Bonampak y Maderera Maya, entre otras.
Gertrude Duby promovió ante el Gobierno de la República el decreto presidencial por medio del cual se cedieron 614,000 hectáreas a los lacandones en 1972. Dicha resolución sin embargo dejó grandes vacíos respecto de los habitantes tzeltales y choles que habían cohabitado la Selva
Lacandona con los lacandones pero, adicionalmente, no detuvo la progresiva destrucción de la selva y el plan de gobierno respecto de la conversión de las entonces denominadas reservas de la biósfera y los programas de conversión de la Selva en pastizales, colonización, explotación
maderera y exploración petrolera. En los últimos cuarenta años se estima que hemos perdido
otras 600 mil hectáreas de selva tropical en Chiapas.
En la película “Xunan, la Reina de la Selva”, Gertrude Duby declara que la Selva Lacandona es propiedad universal y por lo tanto debe protegerse pues los efectos de su destrucción “tendrán consecuencias globales por causa de la erosión”. En 1989 la Organización de las Naciones Unidas
le concedió el Premio ONU/UNEP “Global 500” por su Defensa del Medio Ambiente. Pocos días antes de su muerte, ocurrida el 23 de diciembre de 1993, sostuvo: “las dos grandes batallas de mi vida las perdí; luché con toda mis fuerzas porque la II Guerra Mundial no ocurriera y
por la defensa de la Selva Lacandona”.
En la Asamblea de la Asociación Cultural Na Bolom hemos hecho una profunda reflexión respecto del legado de nuestros fundadores: más allá del maravilloso edificio en Vicente Guerrero 33, las magníficas colecciones de fotografía, libros, documentos, muebles, arte, piezas etnográficas
y textiles consideramos que el mayor legado de Frans Blom y Gertrude Duby es su visión y misión, planteadas hoy en los Estatutos que rigen a nuestra Asociación y refrendadas permanentemente con base en sus escritos, hoy escrupulosamente estudiados.
Es por este motivo que emprender la última expedición, coordinada por el equipo de ambientalistas de Na Bolom, nos obliga a presentar ante el mundo y las comunidades con las que trabajamos la perspectiva de la conservación ante el nuevo milenio: hoy las proféticas palabras de
Gertrude Duby respecto a las terribles consecuencias de la pérdida de nuestra mayor tesoro representa para todos los que trabajamos por mantener el legado de nuestros fundadores una gran oportunidad, pues existen más y mejores mecanismos para la conservación y restauración
de la Selva Lacandona y los bosques de pino encino de Chiapas. La tragedia del Cambio Climático ha llegado acompañada de instrumentos claros y eficaces para el desarrollo sustentable que permiten a los pobladores de Chiapas acceder a una mejor calidad de vida.
El recorrido a la Selva hoy presenta grandes dificultades que lo hacen mucho más difícil e inaccesible: no existe en realidad un machete que permita franquear las barreras construidas por el hombre. Para la fauna silvestre o las mulas, caballos, arrieros y caminantes los caminos, cercas,
mayas, autos, carreteras y alambrados representan peligros difíciles de flanquear. Aquella selva en que transitaba el jaguar ha quedado reducida a un área donde su extinción parece inevitable, junto con la de cientos de especies que en conjunto representan la mitad de la biodiversidad de México.
Queremos renovar ante el Gobierno Federal y Estatal, las instituciones públicas y privadas nacionales y extranjeras, los habitantes de la Selva Lacandona, las organizaciones de la sociedad civil y a los ciudadanos del mundo nuestro profundo interés en establecer acuerdos para la conservación y sustentabilidad de nuestro entorno natural. Queremos invitarlos, en memoria de Frans y Trudy, a iniciar un diagnóstico del entorno social, económico y natural del espacio geográfico que Blom llamó “el país de los grandes bosques”. Queremos que nuestra querida Trudy gane
esta batalla, que es de nuestros hijos y de todo el planeta. La última expedición de Frans Blom y Gertrude Duby termina en Najá, la comunidad lacandona que tanto amaron y que tanto tiene que enseñarnos respecto de los acuerdos y cultura de conservación. El día 16 de agosto los lacandones de Najá depositarán los restos de nuestros fundadores junto a los de sus antepasados, a escasos metros de Chan Kin Viejo, el más grande amigo del más grande expedicionario de Mesoamérica y la más apasionada conservacionista de la Selva Lacandona, “para que continúen su conversación” en el inframundo de los antiguos mayas, como fuera el deseo de Frans Blom y Gertrude Duby, nuestros fundadores.
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