Diarios de la capital de Chiapas

Antonio Cruz Coutiño

H

ace algunos días, tan solo por una devoción afortunadamente perdida, le pedí a la voceadora del crucero del Libramiento Sur y Terrazas que me vendiera todos los periódicos del día. Se fue carrera y regresó tropel, como dicen los coletos.

—Aquí están patroncito —dijo, mientras sus ojos me escrutaban—. El Cuarto siete pesos. El Es cinco. El Diario siete. El Heraldo seis. El Noticias vale siete. La Voz seis. El Péndulo cinco y este nuevo [se refería a El Siete de Chiapas] siete pesos.

—Oiga —le pregunto—, y ¿No hay algún otro, nuevo?

Hhhmm. Sí. Hay otro pero… La cuenta es cincuenta pesos.

—Si sí mujer —le digo—. Te voy a pagar. No hay problema. Traéme también es’iotro.

Y ahí se fue. Revisó su rimero inmenso, sacó uno de hasta abajo y regresó contenta.

—Ahí está su… saber cómo se llama. Son cincuenta pesos. Éste se lo voy a dar de pilón.

Se trataba del diario De Facto. Efectivamente, difícil de entender su nombre, pues un tipo musculoso aparece junto al título con letras rebuscadas y partícula “De” obstruida. Y para colmo, a mitad del nombre insertan a la dama de ojos vendados, balanza y espada, alegoría de la justicia. Corriente a más no poder, pero eso sí, el más barato: cinco pesos. En la portada dos fotos grandes: una del gober con el Secretario de Gobernación y otra del Presidente con su gabinete de seguridad. Letras chonchas para “Juan Sabines” y “Presidente Calderón”. Doble cintillo debajo, supongo que del Sector Salud, pues reza: “¡Aguas con el mosquito!” y toda su contraportada cubierta a color por un anuncio del gobierno estatal sobre su campaña “Vota por el Sumidero”. Sólo aparece un Gilberto Díaz como reportero y nada más. Ni agencias.

Reviso los demás, aunque no encuentro mi viejo buen periódico, el de Lety Ramírez, el Expreso Chiapas, fundado entre otros por Pepe López Arévalo y Enrique Alfaro, al cual me uní entre sus colaboradores, en ese tiempo. Sé que se edita acá, aunque alguien me ha dicho que sus lectores ya no son tuxtlecos sino de San Cristóbal, Comitán, Los Altos, la región Selva. Que mantiene su orientación crítica, social y hacia la izquierda. Pero bueno… pordios que no sabía que en esto de los diarios, se había regresado a los tiempos de antes, de antes del gobernador Patrocinio.

El diario La Voz, por ejemplo, la vieja Voz del Sureste de don Roberto Coello Trejo, la formadora empírica de tantos reporteros y columnistas, no es ni la sombra de aquella. Aunque se supone, renovado, no encuentro nada nuevo en el diario: en su portada aparece la misma fotografía del Presidente y sus ministros, aunque recortada, y el doble cintillo del mosquito. Atrás la misma publicidad del Cañón, y adentro igual: la foto de Sabines y Gómez Mont, las gacetillas ídem remitidas por el gobierno, aunque observo nombres. No sé qué tan profesionales, pero al menos universitarios: Daniel Pérez, Ana Laura, Iris Gutiérrez, Anthony Flores, Rosario Nangusé, Alfredo Gómez, Jorge Castro, René Coca. Añoro sus antiguas aunque pequeñas, secciones de cultura y clasificados.

Me voy al Péndulo de Chiapas y ya ni me espanto. Idéntico a los anteriores, o acaso peor: foto del Preciso con sus ministros de seguridad, el doble cintillo aludido, la publicidad del Cañón (aunque en blanco y negro), la foto del gober y don Fernando, en interiores, y una colección de retratos de altar rocambolesco, entre ellos los de Fox, Germancito, Hilary Clinton, Fernel Gálvez, Ángel Córdova, Alberto Coutiño, Ricardo Aguilar y otros —desabridos— de candidatos que ojalá en sus pueblos sí los conozcan. Algo no encaja: aparecen ocho reporteros que firman algunas notas, aunque en general su calidad es atroz. Son evidentes las gacetillas y veo fotos grotescas, entre ellas una composición, supongo, involuntaria, de antología: en una página izquierda aparece la foto de todos los diarios de hoy, la del anciano muerto, putrefacto, inundado de moscas, aunque enfrente, a la derecha, como observándolo, se asoma el futbolista Pablo Barrera, asustado, quien, como si olfateara la pestilencia, cubre su boca y nariz con la playera y sus manos. Aquí tampoco hay sección de cultura ni clasificados.

Va El Siete. Así se llama y es el más joven, supongo, pues apenas va en el 85: a menos de tres meses de vida. Lleva en la portada la foto susodicha del gober y Gómez Mont. No aparecen las fotos publicitarias restantes ni los anuncios oficiales de los otros y, aunque figuran las gacetillas, se nota el trabajo de su docena de reporteros y corresponsales. No hay sección cultural. No se perdona, pero a cambio hay algo que me da gusto: su esfuerzo por meter publicidad empresarial y su apuesta a los clasificados: contiene dos planas y se avienta dos innovaciones (locales) al hilo: acepta avisos gratuitos de hasta 30 palabras y dispone una direcciónE para insertarlos. Bien, bien. Ojalá ello se deba a que lo dirige una mujer, según se lee en su directorio.

Voy al Es! Diario Popular. Me engancha su sobriedad. Lo hojeo con hache, lo ojeo a secas y recuerdo su taller frente al Vistarama, aunque para su infortunio, pone en la primera plana las fotos consabidas: la del Presidente y su gabinete y la de la pareja Sabines-Gómez Mont. Veo también las dos inserciones gubernamentales del día, e incluso, en interiores, variaciones de las fotos referidas. Aunque veo los nombres de tres reporteros, es apabullante la cita de “redacción” y “agencias” como fuentes de la información. Destaca, no obstante, su identificación con la ciudad. Ahora incluye en su título, el conejo emblemático de Tuxtla; asume su localismo y exhibe algo en verdad diferente: publicidad empresarial al 25% en la primera, una pequeña aunque verdadera sección cultural, e incluso, clasificados.

Checo ahora los dos más chonchos; los “pesos completos” dicen. El Cuarto Poder con 138 páginas a bordo y el Diario de Chiapas con 136; enormes, desmesurados. Ambos debido al peso de la publicidad y al tamaño de su sección de clasificados. Da gusto ver que en el primero no aparezcan las fotos oficiales en su portada, sino vacas y carreteras destruidas; que no haya publicidad en ella, y que, al menos por lo que se ve, sus ingresos provengan de empresas, más que del gobierno (o sea, de nuestros impuestos). Aquí se anuncian todas las universidades privadas, bancos, centros comerciales, proveedores y automotrices; suena bien, aunque… la misma insensatez de todos los periódicos del rumbo: dos pinchurrientas páginas para cultura contra 22 para sociales y el doble para clasificados. Increíble: 44 páginas. Todo un magazín de monerías, incluyendo “masajes”, “edecanes” y prostitutas.

Y el otro, peor. Ni a dónde ir: una de las fotos aludidas en la primera, la del gober y Gómez Mont, otra de un candidato del PRI (un tal “HOL”, probablemente sus iniciales), la publicidad del mosquito y, al igual que los diarios pequeños, el cartel publicitario del Cañón, en contraportada. Reviso y es excesiva, empalagosa su publicidad, aunque llama mi atención su propensión a los giros rojos: bares, antros y “restaurantes familiares”; es panfletario y elemental su diseño, aunque… de veras que si no fuera por El Diario, no hubiesen salido las campañas en esta revisión: algunas fotos y discursos de candidatos a diputaciones federales. Seguramente los más pagudos. Voy de página en página entonces y… lo que me temía: no tiene sección de cultura, sino tan sólo una que llaman Show cuyas letras pequeñas abajo, precisan: “arte, cultura y espectáculos”. Entro a su sección de clasificados, cuento 30 páginas y otra vez cierta especialización: gran cantidad de anuncios de bienes raíces, cero desnudas, masajes y edecanes, pero eso sí: todo un cuadernillo desprendible, especializado en nota roja y fotos pornográficas.

No hay sobriedad ni mesura, aunque tal vez haya algo de eso en el Noticias, un diario que por su numeración (571) no tiene aún dos años de haberse fundado. Peca de lo mismo que todos, salvo el Cuarto Poder, pues veo en la portada la foto de marras y el doble cintillo del mosquito, al igual que la publicidad gubernamental del Cañón. Reviso de poquito a poco y… habla bien del diario que se lea en cada caso, el nombre de sus reporteros, corresponsales y enviados. Apuntan el nombre específico de las agencias proveedoras de la información y, algo impensable en Chiapas: leo “comunicado” en la parte superior de los textos que proceden de gacetillas del gobierno o de los partidos. Claro, para distinguirlos de las verdaderas notas. Bien, muy bien, pero lo mejor estriba en la diferenciación y calidad a secas de sus secciones estrellas: Cultura, Espectáculos y Sociales.

Me gusta el Noticias, aunque también El Heraldo, algo más sobrio es cierto, además de mesurado. Es más bara que casi todos los demás (cinco pesos), aunque… algo ha de estar pasando. No hay noticias, el gobierno paga muy bien, no tienen fotógrafos o no hay anunciantes, pues aquí también se repite el esquema: foto de Sabines y Gómez Mont en la primera, lo mismo que el anuncio del mosquito y la publicidad del Cañón detrás. Es sólido sin embargo, e incluso pesado El Heraldo con tan sólo 72 páginas. En su interior la publicidad es equilibrada: algo del Ayuntamiento tuxtleco y del gobierno, y todo lo demás empresarial. Brillan con luz propia sus reporteros y corresponsales. No veo sensacionalismo ni amarillismo en absoluto. Es surtida su sección de clasificados e incluye una página exclusiva de anuncios públicos para San Cristóbal. Avanzo un poco más, e igual que el anterior: muy buenas parecen, diferenciadas y con buen gusto, sus secciones Escenario, Cultura y Sociedad. Vientos. Ahí la llevan.

cruzcoutino@gmail.com