Tomado de
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Rinden homenaje a comandantes del EZLN

Liga de la revista Rebeldía
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Amalia Avendaño-

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 1 de marzo.- La revista Rebeldía rinde un homenaje a dos de sus comandantes indígenas ya fallecidos que desempeñaron papeles determinantes en el Ejército Zapatista de Liberaciòn Nacional (EZLN) antes y después del alzamiento de 1994, los rostros sin pasamontañas de la comandanta Ramona y del comandante Hugo o señor Ik, ilustran la portada de la edición especial de la publicación.



Esta edición que es el número 76 de la revista Rebeldía publica la primera carta del Sub Comandante Insurgente Marcos al escritor Luis Villoro, con quién sostiene un intercambio epistolar sobre ética y política, se llama Apuntes sobre las Guerras.

También hablan en entrevistas sobre “Cómo se hacen los trabajos”, las comandantas indígenas: Susana, Yolanda, Hortencia, Florencia y Miriam, a la compañera Rosalinda, al Teniente Coronel Moises y al Subcomandante Marcos.

La comandante Ramona, perdió la vida el 6 de enero del 2006 victima de complicaciones de dolencias crónicas que en 1996 la forzaron a una operación renal en la Ciudad de México, la muerte de la indígena originaria de San Andrés Larrainzar coincidió con el arranque de la “Otra Campaña” y cuando el sub comandante Marcos recibió la noticia en el poblado costeño de Tonalá, expresó que el mundo había perdido a “una de esas mujeres que paren nuevos mundos, México perdió una de esas luchadoras que le hace falta y a nosotros nos arrancaron un pedazo de corazón”.

En honor a la diminuta figura femenina que atrajo la atención de medios de comunicación desde los primeros meses del alzamiento, en el territorio zapatista se ha puesto su nombre a centros comunitarios de mujeres, a la clínica hospital de Oventik y a uno de los municipios autómos rebeldes.

Lo que ha contado el subcomandante Marcos del comandante Hugo es que fue pieza importante en la concientización indígena durante la fundación del EZLN y determinante para que los combates iniciaran en enero de 1994, cuando entregó su vida sin que a los rebeldes les quedara la certeza del sitio donde quedó su cuerpo.

“Hugo, tzeltal de sangre y mexicano por derecho e historia, fue de la primera generación de responsables políticos del EZLN. Fue de los primeros fundadores de lo que ahora se conoce como Comité Clandestino Revolucionario Indígena y formó a toda una generación de nuestros jefes: Raúl, Juan, Gabino, Gustavo, Ramón, Simón, Fernando, Maxo y otros, ahora miembros del CCRI, aprendieron de Hugo el modo de organizar y dirigir los preparativos de la guerra. Hugo, nombre de guerra de este príncipe tzeltal, en porte y nobleza, escogió el apelativo de «señor Ik'» («Señor Negro») para identificarse en las comunicaciones. Poco a poco el «Hugo» se fue perdiendo y sólo se le conocía por «el señor Ik'». Y así recorrió cañadas y municipios explicando el significado de las 4 siglas que, después, darían la vuelta al mundo. Con el cargo de jefe del Comité Clandestino Revolucionario Indígena Tzeltal y miembro del CCRI‑CG del EZLN, el señor Ik' marchó al frente de una parte de las tropas que tomaron la cabecera municipal de Ocosingo el día primero del año 94. Cuando, el día 2 de enero, los federales atacaron la plaza, el señor Ik' permaneció combatiendo para proteger la retirada de sus compañeros. En la confusión del repliegue de las últimas tropas, el señor Ik' quedó en la lista de desaparecidos. Llegaron, después, distintas versiones: que lo vieron peleando todavía el día 4 por el rumbo del IMSS-Coplamar, que el día 3 ya lo habían visto muerto, con un arma enemiga en la mano y frente a un federal muerto, que estaba vivo y preso, que se había escapado. Nunca supimos si su cuerpo está en una de las fosas comunes clandestinas que los federales hicieron para esconder su brutalidad y su falta de honor militar.

O si, como ahora se dice en las montañas, el señor Ik' no murió, sino que vive como una luz que aparece, de tanto en tanto, por entre cerros y cañadas, con el sombrero y el caballo de Zapata. Como el dios negro del cuento del viejo Antonio, el señor Ik', con su muerte, dio luz y calor a estas tierras, y vida a la lucha que renace a pesar de todo.

El 10 de abril de 1994, al compás del himno zapatista que se entonaba en la ceremonia militar, la mujer del señor Ik', que aún lo espera (como todos nosotros), parió un niño. Cosas de estas tierras, de estos mares