Como muchos tuxtlecos y tuxtlecas, aplaudo la idea de sanear las aguas del río Sabinal. Urge hacerlo. Pero estoy convencida que la mejor forma de hacerlo no es arrasando con un parque como el Tuchtlán. La planta de tratamiento de aguas residuales servirá de nada. De donde está el Tuchtlán hasta la ribera del Grijalva hay varios kilómetros, los suficientes para que las decenas o cientos de descargas que casas, talleres, gasolinerías, oficinas o restaurantes hacen de sus desechos líquidos al Sabinal, reduzcan a nada lo que dicha planta pueda tratar. Apenas unos metros río abajo, a la altura del extinto deportivo Los Sabinos, el drenaje de los nuevos fraccionamientos desemboca en el Sabinal, sin importar que sea reserva del Mactumatzá. ¿Qué van a hacer con todos los drenajes que dan al río? ¿Los van a cancelar?¿Van a promover la construcción de fosas sépticas o biodigestores en cada casa o negocio? ¿Harán otra planta de tratamiento río abajo, digamos donde está el Parque del Oriente?
¿Qué estudios le hicieron llegar a los diputados para que éstos decretaran la donación? ¿Fueron estudios económicos o de impacto ambiental? ¿Los ingresaron a la Semarnat para su revisión y dictaminación? ¿Y qué estudios hicieron del impacto ambiental que significa la destrucción del parque? ¿Y los estudios que durante años hiciera el Instituto de Historia Natural al respecto, dónde quedaron? ¿Qué dice la Conafor, cuyas oficinas por cierto están junto al Sabinal? ¿Qué dicen Pronatura, Greenpeace, Ecosur, los expertos de la UNACH o del Tecnológico de Tuxtla, por mencionar algunos? ¿Qué dicen los vecinos, los deportistas, las familias, la gente mayor que llega a caminar en el tranquilo parque? ¿Cuándo se les consultó? ¿Cuánto nos costará la construcción de la planta y su puesta en operación? ¿Cuándo terminará su construcción? ¿Cuándo quedará restaurado el Sabinal? Muchas preguntas las mías, pero después de todas me quedan dos certezas: urge sanear el Sabinal, pero no a costa de arrasar con el Tuchtlán. De eso estoy segura.
Andrea Palma