ISAÍN MANDUJANO

La madrugada del 28 de marzo de 1982 el volcán Chichonal despertó de su letargo sueño con en una serie de erupciones, entre ese día y hasta el 4 de abril, solo para dejar como saldo un pueblo completo sepultado, más de dos mil muertos, más de 20 mil desplazados, miles de hectáreas de cultivos y cientos de miles animales del campo muertos.

A 28 años de la erupción, los lugareños de los municipios circunvecinos al volcán Chichonal –o Chichón como también lo conocen los científicos en México y el mundo- recordaron el pasado fin de semana a sus muertos y la tragedia que empezó aquella noche que hizo su séptima erupción en dos mil años el Chichonal, al que muchos creyeron jamás despertaría.

La lluvia de ceniza cayó no solo en Chiapas, llegó Tabasco, Campeche, parte de Oaxaca, Veracruz y Puebla.

Ante la negligente acción gubernamental en tiempos del entonces gobernador Juan Sabines Gutiérrez, fue necesario que los pobladores se auto organizaron para desalojar a miles de habitantes de la región; los aeropuertos se cerraron, al igual que gran parte de los caminos. Las plantaciones de plátano, cacao, café y otros cultivos terminaron destruidas.

En los siguientes días continuaron las explosiones y la bruma volcánica se extendió hasta el centro del país.

El 4 de abril se presentó una explosión más fuerte y prolongada que la del 28 de marzo; esta nueva erupción produjo una columna que penetró en la estratosfera; en unos cuantos días, la porción más densa de la nube de ceniza circundó el planeta: llegó a Hawai el 9 de abril; a Japón, el 18; al Mar Rojo, el 21 y, por último, el 26 de abril cruza el océano Atlántico.

Una de las principales etnias damnificadas fueron los zoques que vivían en los alrededores del complejo volcánico El Chichonal, el cual desplazó, sólo en el estado de Chiapas, a 11 mil 291 indígenas que fueron reubicados en 16 nuevos asentamientos. Así, crecieron algunos municipios chiapanecos, Acala, Chiapa de Corzo, Ocosingo, Tecpatán, Ixtacomitan, Juárez, Rayón y Pichucalco.

Asimismo, fueron fundados nuevos centros de población zoque en otros estados de la República como Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Quintana Roo.

La ineficacia del gobierno sabinista

A 28 años de la erupción del volcán Chichonal y la muerte de un número no cuantificado de indígenas zoques, en los alrededores del ese coloso, documentos reveladores de la UNAM han salido a la luz pública, el gobierno de aquel entonces, de Juan Sabines Gutiérrez pudo haber evitado las pérdidas humanas, sin embargo éste nunca actuó.

La noche del 28 de marzo de 1982, el Chichonal de mil 60 metros sobre el nivel del mar hizo erupción y enterró por completo bajos sus cenizas a unas ochos comunidades y rancherías que rodeaban el volcán.

Según vulcanólogos, desde hace 550 años atrás, es decir desde 1432, el Chichonal no hacía erupción pero esa de 1982 pudo haber sido más violenta que la anterior por sus tres exhalaciones en espacios intermitentes y causó más muertos pero oficialmente nunca se dio la cifra aproximada de los decesos. Y aunque se especuló de cientos, muchos creyeron que fueron miles.

Documentos de la UNAM en poder del lugareño, Fermin Ledesma Domínguez, quien ha investigado el suceso reseña que las últimas dos erupciones fueron las más intensas pues fue con abundante lluvia de ceniza y flujos piroclásticos que llevaban una temperatura de entre 300º a 800º centígrados.

Originario de Chapultenango, recuerda que esta erupción provocó que ocho poblaciones quedaran totalmente destruidas, entre ellas Guayabal Esquipulas y Francisco León, donde más de dos mil personas murieron, 40 mil damnificados y 100 mil hectáreas de tierras dañadas en 50 kilómetros a la redonda.

Refiere que algunos datos más conservadores del Gobierno revelan que la perdida estimada ascendió a 117 millones de dólares en la zona.

Un informe en su poder señala que como resultado de la erupción, el área afectada por los productos volcánicos cubrió el 30 por ciento del área total del estado de Chiapas. La mayor parte del material arrojado fue dispersado a una distancia máxima de 130 km en la dirección del viento.

“Antes de la erupción, el Volcán estaba cubierto en sus laderas por un cinturón de selva alta. El nombre de Chichón deriva de la abundancia antes de la erupción de una palma del sotobosque que da un fruto parecido a un chichón, cuyo nombre científico está palma es Astrocaryum mexicanum. Hasta el momento de la erupción se desarrollaba también en la zona del Volcán una variedad de cultivos, entre los cuales había café, cacao y maíz”, apunta Ledesma Domínguez.

Agrega que los días de la erupción, sin haber un plan de evacuación ordenado y estratégico, la población de manera voluntaria abandonó el lugar, aun cuando las autoridades aun discutían sobre la forma de proceder, porque si bien no los había tomado de sorpresa, en el país aun no existía una política de protección civil. Algo que más tarde se perfeccionaría para estos casos.

Posterior a la erupción, la población sufrió las peores condiciones de vida en los albergues, presentando diversas enfermedades que impactaron severamente en su salud y posteriormente en su recuperación, dejando secuelas graves en los siguientes años.

Un informe del Instituto Mexicano del Seguro Social elaborado por el doctor Arnulfo Ramos Figueroa y otros, en mayo de 1982 revela que durante una inspección realizada después del 05 de mayo al albergue ubicado en La Chacona, en Tuxtla Gutiérrez, se encontraban 4 mil personas en 12 pabellones viviendo en condiciones extremas, sobre todo insalubres, partiendo desde la comida preparada por personal no calificado a base frijol, arroz y pastas, la limpieza inadecuada y el sistema de drenaje en malas condiciones.

Las familias comenzaron a presentar estragos de enfermedades de desnutrición, sarampión, conjuntivitis, gastrointestinales, salmonelosis, gastroenteritis, parasitosis en la piel, entre otros. Los esquemas de vacunación eran imposibles en ese tiempo.

El gobierno sabía y poco o nada hizo para prevenir que la tragedia fuera menos costosa, señala.

Y es que, diversos documentos bajo resguardo de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), principalmente del Instituto de Ingeniería, apuntan a que el gobierno -Gobierno de Chiapas y el Gobierno Federal- conocía las actividades sísmicas que se estaba presentando en la zona, al menos con 30 días de anticipación. Sin duda, entonces, pudo haber proveído a las familias un plan de evacuación y evitado la muerte de más 2 mil personas y los millones de pérdidas materiales.

“Antes de la erupción no se ejecutó ningún tipo de medidas porque no se realizó un pronóstico de ocurrencia, a pesar que existían algunos típicos precursores del fenómeno como son: sensible aumento de los microtemblores, aparición de fumarolas en el cráter del volcán, entre otros”, señala el trabajo de campo de 23 páginas documentado por Ovsei Gelmán y Santiago Macías, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, elaborado días después de la erupción.

Las acciones de salvamento fueron nulas y pésimas en algunos casos. Las pocas condiciones de tránsito y visibilidad, justifica el informe. Incluso, los socorristas se confundían de lugar. Algunos decían haber llegado a Chapultengo, cuando en realidad se encontraban en Ixtacomitán, distante a más de 50 kilómetros del volcán.

En los días de la tragedia, la población se desbordó y clamaba la ayuda gubernamental. Los damnificados se quejaban del abandono y del nulo apoyo oficial. Situación que incomodó al entonces gobernador de Chiapas, Juan Sabines Gutiérrez.

En un recorte periodístico de aquella fecha se ve al entonces gobernador Juan Sabines Gutiérrez, reunido con un grupo de comunicadores. Los exhortó a no magnificar los hechos, a no ser alarmistas y causar pánico con sus notas a la población, unos días después vino la hecatombe.


“Quiero rogarles que informen al pueblo con la verdad, que no magnifiquen y que no desinformen, que digan la verdad para que no lleguemos a un pánico y que pongan en claro que contamos con albergues, médicos y medicinas”, les dijo el entonces mandatario.

“Mi exhortación es de que nos mantengamos tranquilos, de que no demos pábulos a las exageraciones”, les insistió.

Como cada año, el 28 de marzo pasado, cientos de indígenas y campesinos de la etnia zoque, de los municipios de Chapultenango principalmente, subieron al volcán con ofrendas florales para recordar aquella fecha trágica y con rezos y cánticos pedirán al coloso tenga piedad sobre los moradores que viven a su alrededor.

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