La crisis, Chiapas y los proyectos fracasados
Domingo, 28 de Junio de 2009 16:04
Jorge López Arévalo

Chiapas es de los estados con enormes potencialidades de desarrollo turístico, aunque hoy sufra el sector, producto de la crisis global y de la pandemia de gripe (virus AH1N1). Una cosa es tener potencialidades y otra hacerlas efectivas con mejoramiento de los niveles de vida de la población, es decir, encuadrar el desarrollo del turismo dentro de una estrategia de desarrollo para el estado.

Es miope buscar los problemas en la superficie de los fenómenos; se debe ir a la raíz. Se ensaya todo y hay infinidad de proyectos fracasados. El problema hay que buscarlo en el modelo productivo y el patrón de crecimiento centrado en una agricultura e industria de la construcción de baja productividad, escaso valor agregado e intensivo en mano de obra, que genera mucha precariedad en empleo y trabajo temporal. Aceptar los problemas es la primera fase para tratar de resolverlos.


La crisis global no será de rápida superación; aunque se diga ya tocó fondo, no es así. Aunque el discurso de los principales medios está marcado por crecientes señales de optimismo en torno a la “supuestas señales de recuperación de la economía”. Planteamientos como los de Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial; de José Ángel Gurría, secretario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), o de Felipe Calderón en Chiapas de “hay señales de recuperación”, pretenden suavizar el impacto de la caída de la actividad económica mundial y minimizar los efectos de la crisis.


Este optimismo oculta el riesgo de minimizar la necesidad de cambios profundos en México. Sin ellos el país seguirá con vulnerabilidades que quedarán al descubierto en 2010, cuando no exista el seguro por el precio del petróleo y el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos sea inmanejable por la caída de las exportaciones manufactureras y petroleras, remesas, divisas del turismo, inversión extranjera; cuando la crisis haya disminuido considerablemente los ingresos fiscales del Estado y se recurra a disminuir el gasto, pues no existe la idea de aumentar la base fiscal que incremente los ingresos, porque es más fácil recortar que recaudar.


México, contra lo que el común de la gente cree, es de los países en el mundo donde menos impuestos se paga; tenemos una recaudación similar a la de Uganda, pues la mayor parte de los ricos no paga impuestos.
Esta crisis no es como las anteriores. México debe esperar la recuperación de EU para crecer. Estamos atados al ciclo de su economía. El país entró un trimestre después que EU a la recesión y saldrá a posteriori de aquél.


Un gran dilema se presenta en la evolución de la demanda externa; las exportaciones dependen de la evolución de la economía de nuestro principal cliente (EU), cuyo peso sigue siendo mayoritario (más de 80%) aunque se haya firmado decenas de tratados de libre comercio con otros países.


Por otro lado, la gripe AH1N1 golpeó a la industria turística y es difícil se recupere pronto. La imagen del país salió dañada por el mal manejo del problema. En el exterior se le conoce como la “gripe mexicana”. Cuando la gripe aviar se dio a conocer en Asia, inmediatamente afectó su industria turística y tardaron dos años para recuperar los niveles previos.


Dije en el artículo “Los objetivos del desarrollo del milenio, crisis económica global y la pandemia” en Noticias de Chiapas: “México es el séptimo país más visitado del mundo y la afectación del sector turístico será importante más allá de que el Banco de México estime sus efectos en 0.3%, mínimo agregará dos puntos porcentuales a la caída del PIB en 2009”.


Hoy el Banco Mundial reconoce: “Si los recientes niveles de trastorno en el comercio, restaurantes, hotelería y transporte persisten en la ciudad de México, podrían reducir el PIB del segundo trimestre hasta en 2.2%.” (La Jornada, 23/06/2009).


Es decir, Chiapas se verá golpeado por la crisis global. ¿En qué consiste esta afectación? En primer lugar no se ve mayormente afectada por el comercio e inversión extranjera; en el estado es irrelevante, pero tiene los efectos de la mayor disminución de remesas del país por entidad federativa, se ve afectado por la disminución del turismo y, si la recesión es como se estima, vendrá la disminución de los ingresos petroleros y fiscales y se verá afectada por la disminución de gasto público. Se dice fácil, pero el estado es muy dependiente del gasto público y las remesas, así como de la afectación a la única actividad que comenzaba a despegar, el turismo.


Chiapas se ha vuelto una economía rentista: vive de trasferencias públicas (gasto público federal) y privadas (remesas) y, lo peor, este rentismo se propaga al tejido social. Como la economía no crece, no genera empleos formales, se dispara la emigración y el rentismo social. La población pelea por cualquier activo o bien en el que cree obtener renta, sea pozo de agua, banco de grava, ruinas arqueológicas, parques naturales, mina hipotética o real, y toma posesión por la vía de los hechos bajo cualquier argumento. Además, pareciera creen pueden detener la globalización con “topes” en las carreteras, pero también es pretexto para poner un lazo y cobrar peaje o desarrollar economía informal con la venta de guineos, cañas, tamales, elotes.


Es natural ello ocurra en un contexto de 30 años de estancamiento económico, pero paradójicamente es perjudicial para ese mismo crecimiento y anida mucho resentimiento social. Se ve cuando paran en la carretera y exigen se compre sus productos o se pague renta para acceder a un sitio turístico.

Hace falta infraestructura, pero se ha ejercido la inversión pública para responder a grupos de presión o favorecer a gobernantes con los proyectos. Chiapas tiene aeropuertos de sobra (Tuxtla, 3; Tapachula, San Cristóbal de Las Casas, Comitán), y es el más preparado para recibir “platillos voladores”, pues en muchos de ellos no llegan aviones y otros son propiedad de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Hoy se habla de construir otro en Palenque que reemplazará al aeródromo que se encuentra prácticamente abandonado, con una inversión de más de 200 millones de pesos. En ese aeródromo se transportaron 2,011 pasajeros en 2008 -Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA)-, equivalente a 5.5 al día, igual que en San Cristóbal de Las Casas en el mismo periodo. No son eficientes desde el punto de vista financiero ni de costo-beneficio; se debió al menos hacer esos estudios antes de realizar una empresa de esta naturaleza.

Gilberto López Meyer, director general de ASA, expresa: “Estamos por empezar este proyecto. Están por concluir los estudios de mecánica de suelos, impacto ecológico y otros. Creemos vamos a comenzar a trabajar este año. Tendrá un periodo de realización de dos años y medio, por lo que podría estar listo en el segundo semestre de 2011”.


No es sólo un problema técnico, sino de análisis financiero, costo-beneficio, tamaño del mercado y radio de los aeropuertos cercanos. No es recomendable abrir un aeropuerto cuando se encuentra a 141 kilómetros de Villahermosa, 200 de San Cristóbal y 274 del de Tuxtla Gutiérrez


Se dice: “… los argumentos de los gobiernos federal y estatal para llevar a cabo este proyecto se centran en que la nueva terminal aérea será factor determinante para aprovechar el potencial turístico de la zona, pues los aeropuertos de Tuxtla Gutiérrez y Villahermosa se encuentran muy alejados para los turistas” (La Jornada/2009/06/22). Con buenas carreteras y autopistas, que tendrían un efecto multiplicador interno más significativo, esas distancias son insuficientes para abrir un aeropuerto de acuerdo con criterios internacionales, pues por el tamaño de mercado competiría con Villahermosa de manera directa, como ocurrió con el de San Cristóbal, que no se justificaba, pues bastaba con la carretera, como la evidencia empírica demostró.


“De acuerdo con las especificaciones técnicas de la nueva terminal, ésta podrá recibir aviones Boeing 767 y Airbus 330, que tienen capacidad para transportar entre 200 y 300 pasajeros. Estarían destinados en buena medida al turismo europeo.” (La Jornada/2009/06/22). Lo mismo se decía de San Cristóbal. El turismo europeo llega a Cancún y seguirá llegando allá; hay que construir vías rápidas terrestres (autopista o tren rápido) y aprovechar la corriente turística de la Riviera Maya.


Se debe tomar decisiones de construir aeropuertos no sólo sobre bases técnicas (son importantes y pueden ser clave, si no veamos “Llano San Juan”). Son necesarias, no suficientes. Toda decisión sobre inversiones de envergadura, como el aeropuerto en cuestión, debería sustentarse en análisis que explicite costos y beneficios de la inversión en infraestructura para los proveedores, usuarios y, en su caso, la comunidad de Palenque en general. Se debe evaluar repercusiones económicas, costos y beneficios, rentabilidad que justifica el proyecto y aspectos financieros y además ver la infraestructura como factor de desarrollo de primer orden. Está demostrado que una suficiente y en buenas condiciones contribuye al desarrollo económico: multiplica el rendimiento de las inversiones, competitividad y riqueza de las entidades o países, pero no cualquier infraestructura.


En Chiapas estamos llenos de proyectos fracasados. Hay un panteón de elefantes blancos e infraestructura inservible. Los aeropuertos compiten unos con otros sobre todo en el tráfico de servicios internacionales de larga distancia, pero también en vuelos nacionales. El ejemplo San Cristóbal debe servir para la toma de decisiones. En teoría se hicieron análisis técnicos (mecánica de suelos, etcétera), pero fueron insuficientes.

Faltó o se hizo un mal análisis económico, y además competía con el aeropuerto de Tuxtla, que está a menos de 100 kilómetros, y al final no llegan aviones ni turistas por esa vía. No se cometa el mismo error a menos que queramos ser atractivo para platillos voladores, o se quiera convertir en pistas de go-karts o circos, o entrar en los Récord Guinness, o tal vez ya se es un estado con un cementerio de infraestructura construida y no utilizada por corrupción o responder a grupos de presión sin hacer los estudios necesarios.

Nos encaminamos a ser vanguardia en aeropuertos a los que no llegan aviones ni pasajeros o, en su defecto, se corre el riesgo de que sean utilizados para otros fines ajenos al transporte de pasajeros o productos lícitos.