COLUMNA Serpientes y Escaleras
Por: Salvador García Soto
EL UNIVERSALmiércoles 28 de enero de 2009,
El rompimiento del gobernador Juan Sabines con su antecesor y padrino político, Pablo Salazar Mendiguchía, ha escalado en Chiapas a niveles de una auténtica guerra política. La detención y encarcelamiento de Mariano Herrán Salvati, ex procurador del estado y ex fiscal antidrogas del país, fue una advertencia —al más puro estilo de la mafia—, para que Pablo Salazar sepa que el hombre al que él llevo a la gubernatura está dispuesto incluso a encarcelarlo a él si se descuida.
Algunos en Tuxtla Gutiérrez hablan de paranoia del gobernador, otros dicen que Sabines sólo respondió a los ataques e intromisiones de su antecesor; lo cierto es que la ruptura es de tal nivel, que no se recuerda un caso reciente en el que la pugna de poder, inevitable y habitual entre un gobernante y quien le antecedió en el cargo, haya escalado a niveles de persecución y encarcelamiento.
Los roces comenzaron hace seis meses; a Pablo se le oía comentar en los corrillos políticos chiapanecos que estaba "arrepentido" de haber llevado a Juan a la gubernatura. "Fue un error, me equivoqué", decía el ex mandatario, que se quejaba ya de malos tratos de su sucesor.
El primer desmarque de Sabines con Salazar se dio cuando removió a Mariano Herrán del cargo de fiscal general del estado. Pablo había conseguido que el Congreso local reformara la Constitución en 2004 para que el fiscal se quedara siete años (hasta 2010) y con posibilidad de reelegirse; pero Sabines promovió una contrarreforma, y en septiembre de 2007 el Congreso chiapaneco desapareció la Fiscalía General del Estado para crear ahora el Ministerio de Justicia.
Herrán Salvati fue enviado a la Secretaría de Fomento Económico, posición casi honoraria en la que, según el expediente en el que lo acusan, cometió "peculado, asociación delictuosa, ejercicio indebido y abuso en la función pública". La paradoja es que el ex fiscal fue uno de los artífices del triunfo de Juan Sabines. Mariano se encargó en aquella elección estatal de detener y encarcelar a los operadores y promotores del voto del candidato priísta José Antonio Aguilar Bodegas, con lo que garantizaron el triunfo de Sabines el 2 de agosto de 2006.
A partir de ahí comenzaron los golpes. Pablo Salazar reunió a los siete secretarios de Sabines que trabajaron en su administración y les pidió que renunciaran y le hicieran el vacío al gobernador. Todos le dijeron que lo pensarían; ninguno renunció.
Pero la virulenta ruptura entre el gobernador y Salazar ocurrió en diciembre pasado. Unos días después de su segundo informe de gobierno, comenzó a circular por internet un extenso correo titulado "Lo que no dije en el informe: Juan Sabines". En 18 páginas narradas en un tono jocoso, se deslizan datos, chismes, informaciones que involucran al gobernador en una serie de frivolidades y presuntas corruptelas de él, sus colaboradores y sus familiares. Por los datos que maneja y los señalamientos sobre información confidencial del gobernador, el mensaje desató la ira de Sabines, que mandó comprar un equipo de rastreo especializado para seguir la ruta de los correos electrónicos. La conclusión del mandatario fue que detrás del ridiculizante y duro correo estaba la mano de Salazar Mendiguchía.
Ahí fue cuando la guerra escaló de nivel. Al ex gobernador Salazar le fueron retirados de repente los escoltas que lo protegían y, en su lugar, el 14 de enero pasado, le enviaron a un grupo de policías y motociclistas que vigilan a todas horas su casa y sus movimientos. "No lo va a dejar en paz, y si no se va del estado, hasta lo va a acusar de algo y lo va a encarcelar. Sabines enloqueció y está en la paranoia", dijo un político chiapaneco a esta columna.
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