Las pruebas que guarda Herrán
Centro de Reinserción Social para Sentenciados “El Amate” afirma el letrero pintado sobre la pared blanca. Es Chiapas vengo repitiendo para mis adentros desde la madrugada en que tomé la carretera hacia Monterrey para iniciar este largo periplo, una vez más, hacía la cárcel tan temida. Sí, es Chiapas reino del absurdo, capital de la política al revés donde el hijo de mi queridísimo Juan Sabines vive la farra de noche y la enfermedad del poder en la cruda siguiente.
Dicen las letras, con toda claridad, que dentro de esas paredes aterradoras en su semejanza con Chihuahua, están los sentenciados que deben ser readaptados por la sociedad. Es decir, delincuentes juzgados y oportunamente sentenciados. No es el caso de Mariano Herrán Salvati que el sábado pasado, en la inviolable intimidad de su casa, fue arbritariamente detenido por el imaginario fraude que el gobierno ¿panista? ¿perredista? En vigencia le inventó.
Millones y millones de pesos que asombrosamente, hazaña digna de una película taquillera, logró robarse en los casi seis meses en que se desempeñó, otra vez capricho del niño gobernante que no logra despertarse a tiempo ni siquiera para una gira presidencial, como titular de la Secretaría de Economía.
A lo que debe agregarse cualquier cantidad de delitos que quieran inventársele para contribuir al escarnio público de uno de los fiscales, tanto en lo local como en materia de combate al narcotráfico más impecables y exitosos que se recuerde.
Total, dicen por aquí, qué tanto es tantito.
Éste es el Chiapas, a la salida del fiscal Herrán Salvatti, ¿o qué entrará dentro de las casualidades que José Luis Cortés Solís, aquel famoso ex director de la Policía de Caminos tan cuestionado públicamente, sea el actual secretario de Seguridad Pública Estatal?
El discurso oficial, seguido de la publicitación magnificada, nueva crucifixión, de la detención de Mariano exacerba que no se trata de una persecución política. Como tampoco lo es, cosas de la vida chiapaneca, la vigilancia extrema, decenas de policías armados, en la puerta de la casa de la anciana madre del ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía. Nada personal como la telenovela.
Tampoco lo fue la persecución tragicómica, intervención de celulares, aparición de policías federales en el aeropuerto, camionetas sin placas, automóviles más sospechosos, durante las más de dos horas que duró el viaje hasta el penal. Insisto, kilómetro 62. Para que, otras dos horas bajo el sol quemante, negasen todo acceso.
Ésas son las promesas. Así se las gastan en Chiapas diría por el celular José Antonio González Fernández.
Antes, tantas veces, José Luis Santiago Vasconcelos, vivo y entrañable en el recuerdo, me pidió que hablase con Mariano, que lo hiciera entrar en razón. Pero necio, como solamente pueden serlo los hombres ofuscados por la pasión, Herrán Salvatti insistía en tomar la palabra del gobernador Sabines como buena.
Y vinieron las negociaciones, los pactos, los arreglos políticos, la intervención de los testigos de honor panistas, la deferencia permanente de su amigo el Procurador Eduardo Medina Mora. La fe, la institucionalidad ciega de Herrán frente a la tragedia que todos advertimos.
Todos menos él que insistió en venir a Chiapas. En buscar la candidatura a una diputación federal por el PRI y en capotear la época de vacas flacas y traiciones a granel, como corresponde a la pérdida del poder.
¿Qué le sabe Mariano a Juan Sabines? Lo mismo, supongo, que millones de chiapanecos. Sus debilidades no son privadas, ni sus horarios ni sus desvaríos matinales y todo lo demás. Se dice, sin embargo, que a diferencia de lo que son meros dimes y diretes, de los rumores que grandes cantidades de dinero logran callar, Herrán sí sabe y sí tiene las pruebas.
Hoy no lo dejan hablar. Contra los derechos humanos más elementales, presunto responsable que no es sino eso, y como la Constitución lo afirma inocente para los efectos legales además, negaron el acceso. Y yo recordé aquella persecución en Cancún, anécdota de sobre mesa en la última cena en casa con Santiago Vasconcelos, cuando se trataba de impedir mi presencia como testigo de Mario Villanueva en la Fiscalía que encabezaba Herrán precisamente. Tan semejante. Las camionetas en la carretera, las armas exhibidas, la adrenalina, los radios de quienes ostentan la autoridad. Una persecución pues, que busca el silencio.
La diferencia es que Chiapas es lo que una flor al viento, es sobreviviente a todos los que la han gobernado y/o desgobernado, es un territorio del absurdo donde se encierran, hoy enero del 2009, a los enemigos políticos en las cárceles para sentenciados sin opción a la palabra liberadora.
Olvidan algunos, otro Sabines hablaba del olvido con privilegiada excelencia, que la realidad, la que tiene documentada Herrán Salvatti por cierto, termina por imponerse más temprano que tarde. Por lo pronto que algunos festejen con ríos de nieve blanca la barbarie del poder temporal, que otros lloren impotentes las paredes que aprisionan su verdad, todo es temporal, hasta el poder que hoy compra conciencias, jueces, autoridades policíacas, todo lo que tiene precio…
Sí, pero no olvidemos que nada, absolutamente nada, en esta carnicería, en esa quema en la plaza principal, ha sido estructurado en el lado federal… Y que hay un hombre, “Jefe” le dicen algunos, que es testigo de la palabra incumplida… Nada pasaría si Vasconcelos viviese me digo de camino de regreso, con el corazón agobiado…
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