No anuncio que ocurrirá. Pero no abriré la boca sorprendido si un día de estos se anuncia la detención de Pablo Salazar Mendiguchía, ex gobernador de Chiapas, ordenada por su sucesor Juan Sabines, que lo es por efecto de decisiones de Salazar Mendiguchía a su favor.
Por lo menos pueden enumerarse hechos que preparan el escenario para un acontecimiento como ese, que tendría naturaleza política aunque se presentara como de índole penal.
La alianza así construida, que incluyó al PRD y al PAN, le permitió ser elegido gobernador en agosto del 2000, poco después del triunfo de Vicente Fox en la contienda presidencial.
A diferencia de otros gobernadores surgidos de coaliciones -Antonio Echevarría, en Nayarit, que optó por el PAN, y Alfonso Sánchez Anaya, de Tlaxcala, que lo hizo por el PRD-, Salazar Mendiguchía se mantuvo al margen de los partidos, pero no sujeto a ellos sino al contrario, ejerciendo capacidades de decisión sobre los mismos, especialmente el PRD.
Eso, y la parcial reconstrucción de su vínculo con quienes habían sido sus compañeros priistas le permitieron intervenir de modo determinante en su propia sucesión.
Eligió como su carta personal a Juan Sabines, que renunció al PRI apenas a tiempo para que los partidos de la coalición que postulaba a Andrés Manuel López Obrador lo hicieran su candidato, que como su impulsor seis años atrás, ganó la elección de agosto del 2006.
Tan pronto se sentó en la silla de gobernador, Sabines se olvidó de quienes hicieron posible su arribo a ese lugar. O se volvió contra ellos. Tácticamente se aproximó al grupo de Roberto Albores Guillén, cuya actuación como gobernador interino al final de los 90, desbrozó el camino para que triunfara la oposición, así de inconforme quedó la sociedad con su gestión.
Rehizo lazos que priistas tradicionales habían mantenido con su padre, de igual nombre y también gobernador, aunque él a título interino. Y, sobre todo, se convirtió en empalagoso aliado del presidente Calderón, en sentido contrario a lo propuesto por los partidos que lo llevaron al gobierno.
Una vez consolidado su propio poder, rompió con su antecesor y benefactor por motivos que hasta ahora sólo ambos conocen, pero que se proyectan en hechos inequívocos.
El más reciente y espectacular de ellos ocurrió apenas el sábado. Ese día fue detenido Mariano Herrán Salvati, acusado de varios delitos que habría cometido durante su breve paso por la secretaría de economía, de octubre del 2007 a junio del 2008.
El procedimiento que lo llevó este fin de semana al penal de El Amate, en Cintalapa, podría ser el preámbulo de nuevas acusaciones, referidas a hechos cometidos durante su desempeño como procurador de justicia y fiscal general.
Salazar Mendiguchía lo invitó a su gabinete por el prestigio que Herrán Salvati había ganado como fiscal antidrogas, promotor del maxiproceso que golpeó rudamente al cártel de Juárez y su extensión en Cancún, como resultado del cual fue encarcelado un ex gobernador de Quintana Roo.
En el 2004 la procuraduría estatal a su cargo fue convertida en fiscalía general, dotada de autonomía. Él mismo fue el titular de la nueva dependencia, elegido por el Congreso estatal por un periodo de siete años.
Pero sin llegar siquiera a la mitad de ese lapso, Sabines consiguió que renunciara, ante el inicio de un juicio político en su contra en la legislatura local, debido a innumerables señalamientos de distinta procedencia.
Grupos de derechos humanos, por un lado, y funcionarios del gobierno de Albores Guillén consignados por Herrán Salvati, por otro, lo acusaron por excesos en el cumplimiento de sus funciones.
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Los alboristas implicaron al ex gobernador en sus denuncias contra Herrán Salvati.
Diez días antes de la captura del ex fiscal general, sin previo aviso, fue retirada la escolta policiaca que de acuerdo con la ley resguardaba a Salazar Mendiguchía.
En rudo contraste, según el propio ex gobernador, se montó en torno suyo un mecanismo de vigilancia, que opera las 24 horas, compuesto de nueve motocicletas, con dos agentes en cada una de ellas, y 10 patrullas con cuatro policías a bordo de cada vehículo.
“Tengo fotografías y videos de todo esto que afirmo”, dice Salazar Mendiguchía, quien también denuncia la presencia, “frente a la casa de mi madre (de) 14 efectivos fuertemente armados con R- 15” un día en que él se hallaba de visita en el domicilio materno.
En una carta a un diario de la Ciudad de México, el ex gobernador pide explicaciones sobre esos hechos. “De la respuesta que reciba esta misiva dependerá que precise las verdaderas razones de este sainete”.
Aparecida esa comunicación el 21 de enero, la detención de Herrán Salvati ocurrida tres días después quizá sea la respuesta a que Salazar Mendiguchía se refería.
Sea de ese modo o de otro, el ex gobernador debería se explícito respecto de su actual relación con Sabines que, por lo visto, resolvió disolver cualquier nexo que mantuviera con quien lo condujo al lugar donde se halla.
El gobierno de Sabines se ha caracterizado, entre otros factores, por su volubilidad. En noviembre pasado fue sustituido el secretario de Gobierno, José Antonio Morales, por Noé Castañón León, que vino del pasado.
El ministro de Justicia y los secretarios de Turismo y Economía (el sucesor de Herrán) causaron baja en diciembre.
Perfil
Miguel Ángel Granados Chapa (10 de marzo de 1946,Pachuca, Hidalgo) es un periodista mexicano de gran trayectoria y reconocimiento a nivel nacional.
Hombre sistemático y periodista informado de todo el acontecer nacional, Granados Chapa muestra una clara identificación con las ideologías de izquierda. Parte de su formación académica se dio en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde cursó de manera simultanea las licenciaturas en Periodismo y Derecho.
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