PALENQUE, PARAISO DEL NARCO

Su estratégica posición geográfica –rodeado de selvas–, mantiene al municipio de Palenque como uno de los principales puntos de entrada de drogas procedentes de Centro y Sudamérica. Desde hace años, se ha vuelto común para los palencanos presenciar el trajín de avionetas cargadas de estupefacientes, la circulación de caravanas de autos de lujo con cristales polarizados y, recientemente, escuchar de “levantones”, secuestros y ejecuciones.

Lo más sorprendente –desde los años en que Amado Carrillo Fuentes El Señor de los cielos y los hermanos Benjamín, Javier y Rafael Arellano Félix se disputaban la plaza “de manera más civilizada”– son los magros resultados en cuanto a decomisos y detención de presuntos narcotraficantes, pese a la impresionante presencia de elementos de seguridad federales y del Ejército Mexicano para combatir el trasiego de drogas.

Tras la muerte de El Señor de los cielos y el desmantelamiento del cartel de los Arellano Félix, Joaquín El Chapo Guzmán Loera se convirtió en amo y señor del tráfico de estupefacientes en la región. Incluso, después de que fuera detenido y encarcelado, la plaza continuó bajo su control.

Las ambiciones del cartel del Golfo, que comanda Osiel Cruz desde la prisión de máxima seguridad de La Palma, en el Estado de México, por controlar la región, han convertido a este municipio de poco más de 85 mil habitantes, en blanco de ejecuciones, secuestros y “levantotes”, perpetrados, presuntamente por el grupo armado Los Zetas.

Más de una docena de ejecuciones, secuestros y “levantones” ocurridos en los últimos meses en este municipio y otras localidades circunvecinas limítrofes con el estado de Tabasco, son atribuidos a Los Zetas por las autoridades locales; pero lo sorprendente es que ninguno de ellos ha sido detenido en la región. Su líder en la zona, Mateo Díaz López, alias El Comandante, fue detenido, de manera fortuita, el fin de semana pasado en Cunduacán, Tabasco.

Un agente del Ministerio Público Federal (MP) confió al reportero que El Comandante, está relacionado directamente con algunas ejecuciones en la zona norte de Chiapas, a donde Los Zetas llegaron para arrebatarle la plaza “punta de balazos” a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.

Entre la población como entre las corporaciones policiales existe la certeza de que las dos bandas rivales de narcotraficantes se disputan la zona que hace el vértice entre Guatemala y los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco y Campeche.

Sin embargo, para las autoridades chiapanecas Palenque y la región norte del estado no representan ningún “foco rojo”, pese a la ola de asesinatos y ajustes de cuentas entre narcotraficantes, “más bien, es una zona que requiere de especial atención”, ha dicho Horacio Schroeder Bejarano, secretario de Seguridad Pública.

Esa “atención especial” para la zona, obligó a las autoridades de Chiapas a reforzar la vigilancia en cinco puestos de revisión ubicados en cuatro municipios colindantes con Tabasco, entre ellos, Palenque, después de que Los Zetas fracasaran en su intento por “rescatar” a El Comandante, preso Cunduacán.

Botones de muestra

El más reciente suceso atribuido a Los Zetas ocurrió el pasado 8 de julio, cuando un comando que portaba identificaciones de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), a bordo dos camionetas y un automóvil compacto —una Ram negra y una Equinox gris, así como un Chevy color vino con vidrios polarizados—, “levantó” a Ariosto León Nieto, medio hermano del exdiputado federal Arquímedes León Ovando, y fracasó cuando intentó a secuestrar a otras dos personas: una identificada sólo con el sobrenombre de El Pillo, de origen Tamaulipeco, y al exagente del Ministerio Público Federal y actualmente defensor de presuntos narcotraficantes, Gerardo Moreno Veloz.

Sin embargo, no son los únicos casos. Las historias de secuestros, “levantotes” y ejecuciones se cuentan todos los días: El mes pasado, un grupo armado intentó “levantar” Abraham Mosqueda Peña, un prominente ganadero propietario del rancho "Pulinté", ubicado en las inmediaciones de Palenque y Playas de Catazajá, mientras que el ganadero Francisco Ramón Madrazo de la Cruz fue ejecutado presuntamente por Los Zetas. Si bien no hubo detenidos la Fiscalía General del estado (FGE) anunció que había identificado a los autores materiales e intelectuales del crimen, pero nunca dio a conocer los nombres, mucho menos fueron capturados.

Las autoridades del estado se limitaron a decir que el móvil de los hechos está relacionado con el tráfico de drogas. Madrazo de la Cruz era investigado por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, pero los cuernos de chivo que se usaron para eliminarlo frente a un taller mecánico de la colonia Pakal Ná en Palenque impidieron que fuera encarcelado.

Llama la atención que pese a la presencia de la 31 Zona Militar, de más de 200 agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) y de grupos de elite del estado, los crímenes siguen incrementando las estadísticas, mientras los presuntos responsables, Los Zetas, siguen haciendo de las suyas en total impunidad; ninguno ha sido capturado y los cargamentos de drogas siguen circulando por la región.

Resultados fortuitos

En diciembre pasado, un avioneta Cessna cayó en las inmediaciones de la comunidad Arroyo Grande, municipio de Pueblo Nuevo Solistahuacán, ubicado en la zona norte de Chiapas. Tras ser alertados, los policías estatales instalaron puestos de revisión en los caminos de acceso a la zona.

Los cuerpos de seguridad detuvieron un camión de tres toneladas marca Chevrolet, placas de circulación CY-49583 del estado de Chiapas. En ella viajaban tres personas que fueron detenidos: Francisco Pavel Cendejas Obeso, de 26 años de edad; Jesús Manuel Valenzuela de la Rocha, ambos originarios del estado de Sinaloa; y Alfredo Besares López, de 42 años, originario de Tapachula.

En la redila traían escondidos 43 kilos de cocaína, distribuida en 29 paquetes. Más tarde, cuando fue revisado el camión, la policía encontró 150 kilogramos más de droga.
En enero del 2004, las policías mexicana y guatemalteca decomisaron sobre el río Usumacinta un cargamento de cocaína que era transportada en lanchas rápidas. La droga que había sido descargada de una avioneta Cessna procedente de Panamá.
Tras ponerse en contacto para coordinarse, el Ejército y agentes federales decomisaron de lado mexicano en el interior de dos lanchas rápidas, una parte del cargamento —unos mil 80 kilos de cocaína— en el municipio de Benemérito de las Américas.

De lado guatemalteco la policía de aquel país capturó otras dos lanchas que intentaron regresar para evadir a la policía mexicana, pero les fueron asegurados unos 800 kilogramos de cocaína a bordo. Cinco personas fueron detenidas.

Pero los palencanos no sólo cuentan historias de ejecuciones y “levantones”, también ven pasar caravanas de camionetas tipos suburban con cristales polarizados; escuchan los motores de las avionetas que bajan con cargamentos de drogas y que luego son transportados en camionetas, incluso una de ellas aterrizó en plena carretera, sin que hubiera detenidos.

Hace unos meses la policía federal desmanteló en una comunidad rural de Palenque un taller clandestino de avionetas Cessna, donde se sospechaba se les daba servicio a las aeronaves de los narcotraficantes, pues no es común que cualquier ciudadano requiere sus servicios, como si se tratara de un taller mecánico automotriz.

En las principales calles de esta ciudad, en aparadores de oficinas públicas, bancos y comercios proliferan los anuncios de la PGR con las fotografías de “los más buscados”.


Huellas de los zetas en Chiapas


Más de una docena de ejecuciones, secuestros, “levantones” ocurridas en los últimos meses en el municipio de Palenque y otras localidades circunvecinas limítrofes con el estado de Tabasco, podrían estar ligadas a las actividades de la célula de Los Zetas, liderada hasta el pasado fin de semana por Mateó Díaz López, alias el “comandante Mateo” y sus grupo de sicarios.

Un Agente del Ministerio Público Federal (AMPF) de la Procuraduría General de la República (PGR) confió a este reportero que el Comandante Mateo está relacionado directamente con al menos uno o dos de las ejecuciones o “levantones” en la zona norte de Chiapas, a donde llegaron para arrebatarle la plaza “punta de balazos” a quien por muchos años lo había tenido sin conflicto alguno el Cartel de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Entre la población como entre las corporaciones policiacas locales existía la certeza de que bandas rivales de carteles el narcotráfico se disputan la zona que hace el vértice entre Guatemala -de donde entra la droga vía aérea y a veces terrestre- y los estados mexicano de Chiapas, Tabasco y parte de Campeche.

El más reciente suceso ocurrió apenas la semana pasada cuando un comando armado con armas de grueso calibre a bordo de una Ram negra, una "Equinox" gris y un "Chevy" color guinda, todas con vidrios polarizados, portando insignias de la AFI “levantó” a Ariosto León Nieto, el hermano de un ex diputado federal; y sin éxito alguno este mismo grupo armado esa misma noche del sábado 8 de julio intentó capturar sin éxito a otra persona a quien los palencanos conocen con el nombre de El Pillo, de origen Tamaulipeco.

A bordo de su camioneta camioneta Chevrolet gris, con placas CZ-05-154 de Chiapas, El Pillo logró evadir una camioneta que intento cerrarle el paso, aceleró el motor y logro avanzar unas cuadras con su vehículo, pero al ver que era imposible burlarlos se bajo de la camioneta en movimiento y huyó entre el caserío y los matorrales cubierto por la oscuridad.

De igual forma, al parecer el mismo grupo armado intentó sin éxito levantar a Gerardo Moreno Veloz, exministerio público federal y ahora defensor de presuntos narcotraficantes en la misma localidad e Palenque la noche del domingo 9 de julio.

Moreno Veloz logró evadir a sus captores al bajar de su vehículo y correr, pero las luces encendidas y la sirena puesta de una ambulancia inhibió a sus captores al confundirla con una patrulla policiaca.

El abogado logró ver que sus captores portaba uniformes de la AFI y que iban a bordo de una camioneta Ram blanca y una chevrolet color azul. Este no son los únicos casos, las historias de secuestros o levantones y ejecuciones se cuentan todos los días.

Como la vez en que un día del mes pasado, un grupo armado intentó “levantar” Abraham Mosqueda Peña, un prominente ganadero propietario del rancho "Pulinté", ubicado en las inmediaciones de Palenque y Playas de Catazajá.

Vehículos quemados y abandonados aparecen por doquier y a cada rato. El lunes 10 de julio por la mañana cerca del rancho ya cateado varias veces por corporaciones locales y federales, en la orilla del río Chacamax se encontró abandonada una camioneta Ram Charger color gris, placas DMY-62-11 de Chiapas.

Otra narco ejecución volvió a sacudir a los palencanos, el del ganadero Francisco Ramón Madrazo de la Cruz, y si bien no hubo detenidos la FGE de Chiapas dijo que había dado ya con la identidad de los autores materiales e intelectuales de este crimen, pero nunca dio a conocer los nombres ni si fueron capturados.

Solo se limitaron a decir que “el móvil de los hechos está relacionado con el tráfico de drogas, según lo han señalado testigos que han declarado en este caso. Francisco Ramón Madrazo de la Cruz era investigado por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, pero las cuernos de chivo que se usaron para eliminarlo frente a un taller mecánico de la colonia Pakal Ná en Palenque pusieron fin a su vida.


El multihomicidio de Ostuacán


A la par de estas acciones, atribuidas por la vox populi a “Los Zetas”, otras más han ocurrido desde aquella tarde del 22 de enero del 2005, cuando se registro una matanza en el rancho San Francisco, 3ª sección, del ejido “Alto Amacohite”, municipio de Ostuacán. Un municipio chiapaneco ubicado en la línea limítrofe con Tabasco. Sobre la carretera que comunicad a Malpasito, Chiapas con la Chontalpa, Tabasco.

Un comando armado llegó a ultimar a Felipe Erick Espinosa Valencia, Antonio Guízar Valencia, quien también se hacía llamar Conrado Ayala Bañuelos y Miguel Guízar Cárdenas, en donde circunstancialmente estuvieron presentes de manera fatal, Francisco Gómez Nares, Fermín y Audelino ambos de apellidos Gómez Arzat, propietarios del rancho.

Tras sus investigaciones la Fiscalía General del Estado de Chiapas dio con que el sextuple homicidio había sido perpetrado por Anicasio Pérez Malpica, quien resultó ser el director de Seguridad Pública Municipal de Huimanguillo, Tabasco.

La Fiscalía General del Estado solicitó la colaboración de la Procuraduría General de la República, a través de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) para cumplimentar la orden de aprehensión, pero éste logro darse a la fuga. Las indagatorias revelaron que el móvil del crimen está relacionado con ajustes de cuentas entre el crimen organizado en materia de narcotráfico vinculado con la organización delictiva de la familia González Valencia.

Ante los hechos de que no se pudo capturar a los autores materiales de las ejecuciones, amigos y familiares de Antonio Guizar Valencia -uno de los acribillados en el rancho de Ostuacán-, encabezados por José Miguel Guízar le pagaron 30 mil dólares a un grupo de sicarios encabezados por el exmilitar guatemalteco José Santiago Rodríguez, un supuesto desertor del grupo de élite Kaibil, para que acribillaran a José Martín Flores Torruco, un narcotraficante chiapaneco que tenía el control de la zona norte de Chiapas. Flores Torruco, alias El Chino, fue ejecutado con cuernos de chivo en pleno centro de Emiliano Zapata, un pueblo tabasqueño.

Según los autores intelectuales del crimen de El Chino, éste había ordenado a la policía municipal tabasqueña la masacre del rancho San Francisco de Ostuacán. La policía municipal de Huimanguillo, Tabasco le daba protección al narcotraficante que pretendía tener el control de toda la zona norte de Chiapas.

El supuesto exkaibil guatemalteco, huyo en un auto compacto Focus, pero al verse impedido para continuar a bordo de él por los caminos inundados por el huracán Stan dejaron el vehículo abandonado donde la policía encontró cuatro ametralladoras AK-47, una pistola calibre 9 milímetros, una granada y cientos de municiones.

Se refugiaron en el Rancho La Cabaña, que era propiedad del extinto Antonio Guizar Valencia, el mismo que fue acribillado en el rancho de Ostuacán. Ahí tras poner débil resistencia, fueron capturados, además de Santiago Rodríguez, de 23 años, otros de sus cómplices.

Estos son Isidro Cruz Laynes ó Cecilio Arcos Laynes, de 30 años, y cuidador de “La Cabaña”, originario del municipio de Emiliano Zapata, así como Uriel González Cruz, de 23 años, originario de Reforma, Chiapas, quien aseguró que fue contratado por unos “sinaloenses” para matar a Flores Torruco. Además, Pablo Peñate Montejo, de 16 años, originario de Tenosique, Tabasco. Dijo que fue “contratado por unas personas” para conducir ese vehículo.

Aunque no identificaron a quienes los contrataron, los sicarios confesaron que los “sinaloenses” les proporcionaron las armas, el auto y las municiones, además de fotografías y domicilios de la víctima, pero se negaron a hablar de cómo se planeó el asesinato.

Flores Torruco, un joven que no pasada de los 30 años y reconocido socialmente en su tierra, era propietario de una línea de camiones “Auto Transportes La Guadalupana”, ubicado en Pakal-Na, cerca de Palenque, Chiapas. Donde todos decían con temor que estaba metido en el narcotráfico.

Pero las historias que se tejen en Palenque no solo tienen que ver con narcoejecuciones y “levantones”, también se ven pasar caravanas de camionetas tipos suburban con cristales polarizados.

Se oyen de avionetas que bajan con cargamentos de drogas que luego son transportados en vehículos vía terrestre. Por ende, no es de extrañar que por las principales calles de esta ciudad puede verse en aparadores de oficinas públicas y negocios particulares los carteles de la PGR de “los más buscados”.

Hace unos meses la policía federales desmanteló en una comunidad rural de Palenque un taller clandestino de avionetas cessna, donde se sospechaba se les daba servicio a las aeronaves de los narcotraficantes. Pues no es común que cualquier ciudadano haga uso de ella como ir a un taller mecánico automotriz.

Y pese a que todo el pueblo palencano hable de historias que poco a poco van quedando grabadas en la memoria colectiva como leyendas o mitos, las corporaciones policiacas y federales poco resultados han dado.

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