SITALÁ: EL MUNICIPIO MÁS POBRE DE CHIAPAS


ISAÍN MANDUJANO
PROCESO

SITALÁ, Chiapas.- Orillado por la pobreza extrema en que se encontraba su familia, el esposo de Ana María Santiz Terate, una indígena tseltal de 40 años, se fue de casa desde hace cinco años en busca de trabajo a alguna ciudad de la península yucateca, pero éste nunca más volvió.
Quedó sola con cinco hijos Manuel de 19 años, Ana María de 15, Francisco Fabián de 11 años, Antonio de 10 años y Carlos de 4 años.
En su choza ubicada en la periferia del segundo municipio más pobre de México, sola y con cinco hijos tuvo que, primero, aprender a hablar “castilla”, como le dicen al español. Pues en este lugar las mujeres indígenas no lo hablan solo los hombres y, en algunos casos más recientes, los hijos que lo aprenden en la escuela.
Hace algunos días su hija Ana María de 15, que estudiaba el segundo año de secundaria dio a luz a un bebe; su novio Juan Antonio Méndez Sántiz, un estudiante del Colegio de Bachilleres de 18 años, la embarazó y evadió su responsabilidad.
En una galera de madera y tejas de cartón acondicionado como su casa, cuarto de dormir y cocina a la vez, doña Ana María y sus hijos, esperan a que en el fogón termine de cocerse los frijoles, el café ya está esperando. Es lo que todos los días comen. “Siempre lo mismo”.
Junto al fogón está la cama o los petates que tienden a los que le toca dormir en el piso, las cajas de cartón donde guardan su ropa. En el techo y las paredes todo es negro como si a propósito todo hubiese sido pintado de ese color y parecen que telarañas pendieran por doquier, pero no es así, es el hollín que emite la fogata todos los días y también se escabulle por sus narices hasta los pulmones.
El piso de su casa es de tierra. No tienen luz eléctrica, por las noches se alumbran con quinqués, el agua potable no la conocen pero afortunadamente tienen un manantial de donde se abastecen el vital líquido: “ya aprendí a curarla, dos gotas de cloro por cada litro de agua”, dice.
Recibe 330 pesos del Programa Oportunidades cada dos meses, pero eso no es suficiente por eso estimula a sus hijos que vayan a la escuela y así puedan darles la beca que mes con mes les otorgan.
Aquí los huaraches no existen. Están acostumbrados a caminar así entre el lodazal.
Pálida y con lágrimas en los ojos, Ana María de 15 años, cuenta lo que para ella es su desgracia, embarazarse cuando tenía aspiraciones de seguir estudiando. No tuvo su padre cerca para que presionara a los padres del novio y asumiera su responsabilidad ante su embarazo. Su madre resignada dice que tendrá que cargar ahora con un sexto hijo.
Doña Ana María y otras familias que tiene por vecina, tienen suerte de vivir cerca del basurero ubicado a no más de 500 metros de la orilla del pueblo. Muchos llegan ahí para recoger un colchón viejo o algunos enseres de cocina rotos que los mestizos del pueblo tiran a la basura.
Estas casas están en medio de dos cerros, en cada uno de ellos dos panteones, el de los ricos y el de los pobres. No solo en vida sino también después de la muerte en Sitalá hay segregación. Los mestizos son enterrados en ese panteón con bardas en todo su alrededor y la mayoría tienen capillas, en el otro cerro las cruces de madera están puestas sobre montículos de barro donde son enterrados los indígenas a flor de tierra.

***

Enclavada en las montañas del norte de Chiapas Sitalá es el segundo municipio más pobre del país. Es aquí donde el salario de una jornada de labores para un indígena tseltal no rebasa los 30 pesos, no llega siquiera a los 47.60 pesos para esta región del sureste mexicano.
Por vez primera en esta localidad los sitaltecos se emocionaron en los primeros días de enero, pues el viernes 19, por vez primera un presidente de México pisaría estas tierras donde nunca antes un mandatario lo ha hecho. Pero Felipe Calderón nunca llegó como estaba previsto y dejó a los lugareños esperándolo como siempre han esperado la ayuda gubernamental.
La exuberante vegetación que cubre a las montañas de este municipio contrasta con la pobreza que embarga a más del 90 por ciento de los sitaltecos que viven dispersos en al menos 118 comunidades en los 233 kilómetros cuadrados.
Para llegar hasta Sitalá desde Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, son 200 kilómetros aproximadamente de carretera sinuosa. Se toma la supercarretera que va rumbo a San Cristóbal de Las Casas, de esta gélida ciudad hacia el municipio de Ocosingo entre una espesa niebla son aproximadamente 100 topes que han impuesto los lugareños y que limitan la velocidad hasta el crucero de Temó, donde se bifurca la carretera, la que va a Palenque y Villahermosa Tabasco y el camino estatal que lleva a la región tseltal-chol.
Tras varios kilómetros de una carretera con tramos en reparación, hundimientos y deslaves, se encuentra Sitalá. Se encuentra en medio de tres municipios considerados de los 17 más pobres de Chiapas, San Juan Cancuc, Chilón y Pantelhó.
Es viernes 16 de febrero, amanece lluvioso y en todo el día el sol no se verá por la espesa capa de niebla que cubre el pueblo. Los niños salen a la orillas de la carretera a esperar el transporte público que los lleve a sus centro escolares. La llovizna dela mañana moja sus cabellos, empapa sus camisas. Pululan en la carretera esas camionetas tipo estaquitas con toldos repletas de indígenas téstales que empieza el trajín del día.
Alrededor de una gran iglesia vieja de estilo colonial, ubicado en lo alto de un pequeño cerro, donde se venera a San Juan, el santo patrono del pueblo, se extiende el caserío de Sitalá.
En la cabecera municipal viven poco más de dos mil de los 11 mil habitantes diseminados en las 118 localidades del municipio. Las más grandes de ellas son Insurgente Picoté, San Cruz La Reforma y Golonchan Viejo.
Golonchan Viejo pasó a la historia por ser escenario de una matanza de indígenas perpetrada por el Ejército Mexicano el 15 de junio de 1980, en los años del gobernador Juan Sabines Gutiérrez, cuando se ordenó desalojar a unos invasores de tierras afiliados al Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
Golonchan Viejo está en la mira por las autoridades locales, pero ahora porque más de 40 vehículos de procedencia dudosa transitan por sus caminos de terracería. El pasado 24 de noviembre policías estatales intentaron instalaron un retén para detectar y asegurar los vehículos, el operativo resultó infructuoso: el saldo dos indígenas muertos durante una gresca y cero vehículos decomisados. Golonchan Viejo se ha convertido dicen los lugareños en un pueblo sin ley, por lo que recomiendan a los reporteros no ir a esa comunidad.

***

La mayoría de las casas de la cabecera municipal son de adobe y tejas de barro. Pero más del 90 por ciento de la población vive en sus alrededores y en las mayoría de las 118 comunidades en casas de palos y techos de cartón.
La presidencia municipal es un viejo edificio que luce abandonado. Uniformados de negro, 16 policías municipales armados con toletes hacen guardias y rondines por las callejuelas del pueblo.
En la cabecera municipal existen dos jardines de niños y dos escuelas primarias, en ambos casos una bilingüe y otra monolingüe, creadas originalmente una para mestizos que viven en la cabecera municipal y otra para los indígenas que todos los días bajan de las diferentes comunidades tras largas horas de caminar. Aunque ahora se ha fusionado el alumnado.
Existe además una escuela secundaria y un colegio de bachilleres. Una Unidad Médica del IMSS, la número 188, y el Centro Municipal de Atención a al Mujer recién inaugurado este mismo mes.
Eso si, pululan las cantinas en el pequeño pueblo. De 45 expendios de cervezas y “posh”, bebida embriagante creado a base de maíz fermentado, tan solo 10 son legales el resto de esos centros son clandestinos.
El salario aquí no llega ni a los 47.60 pesos estipulados por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos para esta región de México. Quien va a cortar café, se emplea para ordeñar vacas ose ocupa en algún otro trabajo, por día no gana más de 30 pesos.
En este pequeño municipio perdido en el mapa de Chiapas se siembra maíz que apenas alcanza para el autoconsumo y café, cuyo precio no va más allá de los raquíticos 16 pesos el kilogramo, mismo que se vende a la empresa acaparadora de la localidad, Agroindustrias Unidas de México S. A.. (AMSA), la misma que le provee a la cadena Starbucks.
Un kilogramo de café no alcanza ni para comprar un litro de “posh” que cuesta 20 pesos. El alcoholismo pues es uno de los graves problemas del pueblo, el 30 por ciento de los varones es adicto a ello pero el 60 por ciento de la población la sufre, esposas, hijos o padres. Es común ver en las calles de Sitalá a indígenas ebrios caminando, sentados o tiradas en las banquetas. Muchos de ellos son jóvenes.
Las cifras son alarmantes en este pequeño pueblo. Al menos seis de cada 10 sitaltecos mayores de 15 años que caminan por estas calles son analfabetas; seis de cada 10 también no tiene drenajes en su hogares ni servicio de sanitarios exclusivos; cuatro de cada 10 no tienen energía eléctrica en sus hogares; seis de cada 10 no conocen el agua entubada; ocho de cada 10 sitaltecos viven en condiciones de hacinamiento en sus hogares y ocho de cada 10 tiene piso de tierra en su humildes chozas.
Estas son algunas cifras que hacen de Sitalá uno de los municipios más pobres de México, el segundo lugar nacional en marginación. Pero esa marginación paradójicamente ha ido empeorando en los últimos años.

“Aquí siempre ha sido así”

El exalcalde de Sitalá Pedro Pérez Osorio, señala que aquí la pobreza y la miseria “siempre ha sido así” solo que apenas se vino a conocer la triste realidad de su pueblo. Eso fue a fines de los noventas y principios de la década actual, pocos años después del alzamiento armado zapatista, “fue gracias a eso”.
Presidente municipal de 1999 al 2001, Pérez Osorio dice que fue a principios de ésta década cuando empezaron a salir estudios por doquier sobre la pobreza en este lugar, llegaron acá investigadores para conocer y como resultado de ello se conoció en su contexto que Sitalá era uno de los municipios más pobres de México: “sino es así nunca lo habríamos sabido”.
Dice que nunca llegó Solidaridad de Carlos Salinas de Gortari y que fue apenas durante su gestión que empezó a llegar el Progresa de Ernesto Zedillo, ya ahora el Oportunidades de Vicente Fox está en casi todo el municipio.
Y si es cierto, según cifras del Programa Oportunidades más del 90 por ciento d ela población recibe apoyos de esos recursos públicos: mil 663 mujeres de 98 comunidades reciben un apoyo de 330 pesos mensuales, aunque oficialmente deberían recibir 360 pesos. Hay becados en las escuelas primarias mil 101 niños, 345 del nivel segundaria, 118 del nivel medio superior. Se les entrega recursos a 126 personas de al tercera edad.
Sergio Edgar Cortazar Villafuerte, titular del Programa Oportunidades en Chiapas dice que sólo el año pasado, durante el 2006 se invirtieron en Sitalá seis millones 603 mil 720 pesos. Dice que al paso que van en Sitalá en dos años ese municipio ya salió del agujero de la pobreza y la marginación.
Rubén Fidencio Méndez Monterrosa, el director de la escuela primaria Emiliano Zapata, dice que sin duda las becas de Oportunidades han ayudado a que los niños asistan con asiduidad a clases, pero que muchos nomás llegan por un mero trámite para poder cobrar la beca no para aprender. Algunos niños solo con que aprendan a hablar español para sus papas eso ya es un logro y los sacan de estudiar para que les ayude en las labores del campo.
Dice que los 242 niños reciben desayunos escolares, es el único alimento que algunos niños consumen en el día. Pero no deja de ser grave la desnutrición.
Dice que los niños al medio día se empiezan a dormir, primero por alto grado de desnutrición y luego porque muchos niños antes de ir a clases tienen que madrugar para cortar leña, ir por el caballo, acompañar a sus padres a la milpa. Llegan pues somnolientos.
Otro maestro de esta escuela, Wilber Hernández, tan pronto ve al reportero escucha el tema y no quiere quedarse callado, empieza a hablar. Se dice indignado por la situación de miseria y marginación en que crecen los niños.
Dice que tiene un alumno que camina tres horas para poder llegar a clases, se llama Armando, está en quinto grado de primaria y tiene tres años haciendo el mismo sacrificio para poder llegar a la escuela donde comparte las aulas como con más de 40 de sus compañeros.
Wilber le roba la palabra al director, es un maestro rural que los niños asisten a estas aulas donde el piso esta hundido, el techo de concreto tiene exceso de humedad. Tienen miedo que pronto les caiga encima: “Ojala y caiga cuando nadie esté dentro de ella”. Trabajan bajo riesgo.
Pero el único médico del recién creado Centro Municipal de Atención a la Mujer, José D´ Celis dice que el escenario en Sitalá es muy desalentador, hace falta mucha voluntad y esfuerzos para sacar de la pobreza a sus habitantes. Todos los días oye historias que le conmueven. Que le ha tocado ver como sufren los indígenas sitaltecos.
Dice que acá las enfermedades más comunes son las de las vías respiratorias, las diarreicas, muchos tiene amibiasis, úlcera, gastritis, infecciones en vías urinarias, paludismo, escabiosis y otras enfermedades que muchas veces los familiares creen que es más barato dejar morir al enfermo.
Es alto el índice mortalidad materna en el parto o el puerperio, por eso se creó esta clínica que el atiende, se mueren de tuberculosis, de septicemia, de enfermedades del corazón o de neumonía.
El único médico del pueblo estaba solo hasta este viernes 16, la enfermera que le ayudará en sus labores recién llegó este día, y anda por las calles de Sitalá buscando un lugar donde vivir.
Pero quien no ha llegado es el médico de la Unidad del IMSS número 188, ahí no hay doctor. El único que atiende a los pocos pacientes que llegan, mujeres que hacen antesala, es el empírico y auxiliar médico, Mateo Mateo López Sántiz.
Dice que hace meses que el médico se fue y no han enviado otro. Como los médicos trabajan por contrato con el IMSS, estos dejan abandonados a los sitaltecos recién concluye su convenio laboral.
Dice que hace falta medicamentos en la botica. Que muchas veces cuando tiene la medicina les da a los pacientes y cuando no les recomienda buscarlo en la farmacia, pero muchos se quedan con la enfermedad curándosela con remedios caseros al no tener dinero para ir a comprarla.

Agudización de la miseria

Año con año, la Secretaría de Planeación y Finanzas del gobierno estatal le entrega al municipio de Sitalá las partidas que le corresponden del Fondo para la Infraestructura Social Municipal y del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios.
En el 2001 se le asignó del Fondo para la Infraestructura Social Municipal 3 millones 279 mil pesos y de Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios se le otorgaron a Sitalá un millón 577 mil 565 pesos.
En el 2002 se le dio 10 millones 35 mil 974 pesos del Fondo para la Infraestructura Social Municipal y un millón 840 mil 145 pesos del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios. Como se ve del 2001 al 2002 la cifra se multiplicó en casi un 300 por ciento.
En el 2003 fue de 9 millones 941 mil 778 pesos por el primer concepto y un millón 886 mil 502 pesos por el segundo. En el 2004 fue se le dio 10 millones 390 mil 243 pesos más los 2 millones seis mil 57 pesos; en el 2005, 11 millones 772 mil 338 pesos del Fondo para la Infraestructura Social y dos millones 205 mil 991 pesos del Fondo de Aportaciones. En el 2006 al menos 12 millones 934 mil 354 pesos más los otros dos millones 447 mil 454 pesos por el segundo rubro.
En síntesis solo por el primer rubro se le ha inyectado en los últimos seis años al municipio de Sitalá 58 millones 353 mil 687 pesos más 11 millones 963 mil 714 pesos, un monto global de 70 millones 317 mil 401 pesos, solo los recursos que ha ejercido el ayuntamiento.
Pero con esos recursos municipales, los que inyecta el gobierno estatal y la federación, no reflejan un ambiente halagador en Sitalá.
Los índices de pobreza en Sitalá no se reducen al contrario desde 1990 al 2006 estos crecieron de forma exorbitante. Un estudio de Consejo Estatal de Población (Coespo), denominado “Índice Chiapaneco de Marginación” y dado a conocer en noviembre del 2001, reveló que en 1990 Sitalá tenía un muy alto grado de marginación, 1.7677, 10 años después este subió a 2.1997 unidades.
Ese mismo informe elaborado por Fernando Cortés, Israel Banegas, Tabaré Fernández y Minor Mora, señala que en Sitalá el 86 por ciento de la población habita en chozas con piso de tierra, el 82 por ciento no terminó la primaria y el 80 por ciento carece de agua entubada.
Es decir la pobreza se agudizó aun más en tiempos de Solidaridad y Progresa. Los investigadores del COESPO se dijeron preocupados por esos escenarios regresivos, de que en muchos municipios en lugar de reducirse se incrementaba la miseria. Desde ahí ubicaron a Sitalá con el mayor índice de marginación en Chiapas.
Otro informe de mayo del 2003, “Perfiles de la Pobreza en Chiapas”, elaborado investigadores del Colegio de México, por encargo del gobierno de Chiapas, confirmó el dato del municipio más pobre de Chiapas y uno de los más pobres de México: Sitalá.
El documento que diagnosticó un panorama desolador de la pobreza y la marginación reseñaba el poco impacto de los programas de desarrollo social que hasta esos años se habían derramado en esa localidad.
Peor aun, cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) en su informe Índice de Marginación Municipal 2005, revelaron el año pasado que Sitalá sigue hundido en la miseria. Pues ellos lo ubicaban como el segundo municipio más pobre de México con con 3.3551 unidades en el índice de marginación.
El informe de los expertos del Colegio de México dice que Sitalá es el municipio con la más alta marginación educativa donde el 41.6 por ciento de sus población nunca han puesto un pie en las aulas para aprender a leer y escribir. Acá las casas no tiene piso de tierra, menos electricidad, el drenaje es desconocido y en muchos casos jamás han conocido el agua entubada.
Refiere que la pobreza en Chiapas se encuentra mucho más extendida que en todo el país. A lo largo de ese estudio los expertos concluyeron que Chiapas no solo exhibe niveles altos de pobreza sino que también está aquejado por una profunda desigualdad.
“La incidencia y la intensidad de la pobreza se refuerzan mutuamente dibujando un triste paisaje. El estudio muestra que hay proporcionalmente más chiapanecos pobres, que pobres en el país y que además la pobreza que viven es mucho más recia que la que viven el resto de los mexicanos. En términos relativos en Chiapas son más los habitantes pobres y la pobreza que viven es más lacerante que en el resto del país”, agrega el extenso documento.

“El dinero no alcanza”

“Pero no hay dinero que alcance” dice el alcalde de Sitalá de 28 años, Sandro Cruz López, quien ha sido criticado ya por los lugareños al verlo transitar ente la miseria en su Ford Fiesta blanco del año y mantener en constante remodelación su casa de concreto frente a la Unidad Médica del IMSS.
El alcalde de filiación priísta dice ganar 200 pesos al día tomando en cuenta los pocos recursos con que cuenta el municipio, pero en verdad en la Comisión de Hacienda del Congreso del Estado se le tiene contemplada una cifra de 34 mil pesos al mes. Es decir, más de mil pesos diarios cuando sus gobernados van a emplearse a las plantaciones de cafetales por 30 pesos al día.
“No hay dinero que les alcance porque tienen a una bola de huevones que solo llegan a cobrar cada quincena o cada mes”, dice don Gilberto Díaz, miembro de la familia Díaz una de las más acaudaladas del pueblo.
Don Gilberto Díaz es un mestizo, se asume “de tendencia panista”. Presume su línea política e ideológica. A pesar de vivir aquí donde apenas hay una caseta telefónica y solo llega la señal de la radio y la televisión gubernamental se ve una persona más informada de todo lo que acontece en su pequeño municipio, en Chiapas, en México y en el mundo.
Vive a unos cuantos metros de la alcaldía, mantiene bajo su mirada todos los días los movimientos a los funcionarios municipales, a los policías. Crítica como maltratan los vehículos, de como éstos sufren fallas mecánicas y se enmohecen sin que nadie nunca les repare: “y al rato andan comprando más pudiendo reparar los que ya tienen ahí tirados”.
Critica que alcalde no hace nada por el pueblo, pero eso sí cobran entre él y su esposa -como titular del DIF municipal- al menos 60 mil pesos mensuales.
Menciona que a plantilla de 175 servidores públicos municipales es muy oneroso para el erario, pues cobran en total todos como 650 mil pesos. Y que se recauda de impuestos no más de 10 mil pesos al año.
Don Gilberto habla fuerte como queriendo que lo escuchen hasta a calle, donde pasan a cada rato los uniformados que desde lejos han seguido a estos reporteros, personajes extraños en el pueblo, para ver con quien platican y si es posible que información recogen.
Revela su grado de racismo y discriminación, aunque lo rechaza. Dice que en el pueblo no hay pobres y si los hay “es porque son flojos”. Dice que el gobierno y sus políticas públicas paternalistas han mal acostumbrado a los indígenas, que ahora solo esperan el dinero de Oportunidades para sobrevivir no para salir de la pobreza.
Dice que los indígenas de la zona ya les invadieron dos ranchos y uno más lo tuvieron que vender bajo presión antes que perderlo como los otros: “invaden se comen las cabezas de ganado o las mal venden, destruyen los cafetales, talan todo lo que encuentran a su paso y al rato ya andan viendo que otro rancho invadir, eso no se vale”.
“Por eso les dieron su golonchonazo el 15 de junio de 1980 y ni así se les quita lo invasores”, dice.
Dice que una de las medidas para evitar más pobres es la esterilización de las mujeres indígenas de Sitalá: “esa nueva clínica de la mujer debe servir para esterilizarlas a todas y dejen de seguir procreando mas taratas”.
Dice que en Sitalá ser pobre s buen negocio la gente ya no trabaja, solo está esperando el dinero que manda el gobierno para que al rato los maridos se la acaben las cantinas.
Se asoma a la puerta de su casa y señala con sus manos: “acá nomás enfrente de la presidencia hay tres cantinas y ahí nomás enfrente esta la biblioteca pública, y nadie dice ni hace nada, imagínate el ejemplo para los niños y niñas que salen o entran a ese centro de estudio y que ven a los borrachos tirado en la banqueta a o salen a orina la pared”.
Cuando el reportero gráfico Benjamín Flores intentan tomar unas fotos a un niño andrajoso que pasa por su acera, don Gilberto le grita: 2no gastes tu placa no vale la pena”. “A poco vas escribir lo que te diga, no vas a poner nada” reta al reportero.
Don Gilberto, que en un principio se había rehusado hablar con el reportero ya nadie lo para. Antes había dicho que con Proceso nada, “son izquierdistas, píntenlo de amarillo”.
“Con Proceso y La Jornada ni regalada”, había sintetizado.
---------------------------o0o-----------------------------