Atrapados en México

Cuatro cántabros relatan cómo viven la situación de alarma y cómo puede afectar a su estancia en el país

29.04.09 - ANA R. GARCÍA | SANTANDER

Leticia González, Rubén Abraira y Joaquín Solórzano, junto a otros compañeros, ayer, en Chiapas. / DM

El brote de gripe porcina ha sorprendido a un gran número de españoles en tierras mexicanas, precisamente donde se localizó el foco principal, aunque a estas alturas el virus ya se ha propagado por medio mundo y se han detectado los primeros afectados también en España. Sin embargo, la virulencia parece haber perdido intensidad en su viaje de continente a continente. Varios cántabros que por distintas circunstancias se encuentran en México relatan para El Diario Montañés cómo están viviendo esta situación de alarma mundial y, sobre todo, cómo va a afectar a su estancia en el país.

Este es el caso de Joaquín Solórzano, Rubén Abraira y Leticia González, tres miembros de la empresa Aldesa Construcciones, que cuenta actualmente con una plantilla española de 25 personas (la mayoría con edades comprendidas entre los 25 y los 40 años) en el estado de Chiapas, donde trabajan desde octubre en la construcción de una autopista. Cuentan que en un primer momento no se tomaron muy en serio la información sobre la posible epidemia, de la que Joaquín Solórzano, gerente de la empresa en Chiapas, se enteró el viernes por boca del taxista que le trasladó al aeropuerto de México D.F. tras asistir a una reunión. «Sin embargo, pronto las noticias empezaron a hablar de muertos y, aunque la alarma ya era evidente, nadie decía en qué consistía la enfermedad, sólo se decía que era un virus peligroso», comenta Leticia.

La preocupación fue en aumento conforme pasaban las horas. «El sábado a primera hora vimos en televisión la intervención del presidente mexicano, Felipe Calderón, que comparecía junto con el secretario de Salud, el de Educación y el de Economía, para informar de la situación y anunciar la suspensión de todos los actos públicos, incluidos los partidos de Liga, que se harían a puerta cerrada, e incluso las misas, ¡con lo devotos que son en el país!», añade esta joven santanderina.

El fin de semana empeoraron las cosas y «la incertidumbre fue a más -relata Leticia-, pues el sábado las víctimas mortales ya sumaban 30, el domingo eran más de 80 y el lunes alcanzaban los 150. Para entonces ya había infectados por todo el mundo y el país estaba completamente en alerta, con las clases y los eventos públicos suspendidos en todo el país hasta el 6 de mayo». En su opinión, «el hecho de que en México no haya una sanidad pública similar a la de España, y que hace que la gente con pocos recursos y sin asegurar opte por automedicarse -algo que la autoridades insisten en que no se debe hacer porque esconde los síntomas de la enfermedad- puede haber agravado el problema».

Salir del país

Los trabajadores de Aldesa Construcciones dicen estar tranquilos porque la información que les transmiten es que la enfermedad es curable, pero si se mantiene el ritmo de propagación del virus «no sabemos si podremos salir del país por el posible cierre de fronteras». No obstante, también son conscientes de que su regreso a España conllevaría un mayor riesgo de exposición al virus. Es por eso que de momento, y tras un largo fin de semana de encierro en el hotel, esquivando todo tipo de aglomeración, han retomado el trabajo, eso sí, siguiendo al pie de la letra las medidas de prevención que recomienda la Secretaría de Salud del Gobierno mexicano.

Leticia comenta que en la vuelta a la vida cotidiana «nos damos cuenta de que no hay tanto lío de gente por la calle, las cafeterías están casi vacías, casi todo el mundo lleva mascarillas y el típico saludo de estrecharse la mano se ha suprimido (una recomendación básica, al igual que la de evitar los besos)». «Todo es extraño porque nadie sabe de dónde viene, es todo muy ambiguo». Igual de ambigua que la respuesta que han obtenido tras reunirse con el Cónsul español cuando se le cuestionó sobre cómo podían actuar los expatriados. «Las respuestas son claras para los que quieren entrar en México, porque te recomiendan que no lo hagas, pero, sin embargo, a los que estamos aquí nos dicen que la decisión de abandonar el país es totalmente personal y nos transmiten la información del Gobierno que asegura que la enfermedad está controlada y que hay que cumplir con las indicaciones de los protocolos». De todos modos, la empresa ya tiene prevista la posible evacuación del personal y sus familias en el caso de que la situación empeore.

Desconcierto

Haciendo uso del recomendado cubrebocas se posiciona frente al ordenador María Gutiérrez, una joven campurriana residente desde hace seis meses en Ciudad de México, para comentar sus impresiones a través de la sección de blogs 'Cántabros en el mundo' de eldiariomontanes.es. «Mi oficina no ha cerrado todavía aunque creo que lo están considerando, no directamente por el peligro que supone el virus, sino porque no hay casi trabajo, así que estamos a la espera de que D.F. vuelva a la normalidad». Su testimonio no evidencia una gran preocupación, aunque reconoce que ha habido momentos de desconcierto. «Los cines, teatros y restaurantes continúan cerrados. El lunes hubo un momento en el que el Gobierno se planteó cerrar el comercio y mucha gente se dirigió a los supermercados para comprar reservas de comida, aunque parece ser que no los van a cerrar finalmente, así que no es necesario aumentar la despensa... al menos por ahora».

«La gente a nuestro alrededor nos tranquiliza, dicen que ahora ya estamos todos sobre aviso, que el problema fue al principio cuando no se identificó que la enfermedad era 'influenza porcina' y por eso se reaccionó tarde; ahora que ya lo sabemos no debería pasar nada... porque todos conocemos los síntomas y qué hacer en caso de encontrarnos mal», señala María. Para ella, como para la gran mayoría de los habitantes de México, «están siendo unos días extraños, de estar en casa, de rescatar los juegos de mesa, de tiempo 'forzoso' para leer. Días que deberían ser tranquilos, pero que, por ahora, no lo son tanto», concluye.


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