INFLUENZA EN GEOGRAFÍA DE COBARDES

Bien lo dijo el profesor de la Universidad de Nueva York “la Influenza durará lo que dure en los medios informativos”. Y en Chiapas el evento es un elemento de publicidad gubernamental cuya manifestación de salida se dio –como los galgos a la presa- después de que el gobierno federal asumiera a su nombre y responsabilidad todo un alfabeto de medidas.

Y es que todo apunta a un Manual de Instrucciones donde la sociedad camina y que al quemarse los pies juzga conveniente creerles, además de tomar la dirección, en cuestión electoral, que ellos ofrecen.

Si el gobierno de Chiapas asumiera una responsabilidad real de prevención hacia enfermedades que ponen en riesgo a la población más expuesta como lo es la que lo determina ante el mundo: su diversidad en la pobreza, desde hace un siglo se hubiera terminado con el tracoma, la desnutrición, la disentería, el analfabetismo.

Estos factores abordados por el Coneculta como redención casi cultural, casi divina y como la eterna restauración pseudo-literaria y fotográfica para la bonita unidad del buen chiapaneco, se asumen como la más sana memoria histórica pero artificial porque así conviene a una comunidad acostumbrada a la inmovilidad, la extorsión y el valemadrismo.

La Influenza, como todas las enfermedades endémicas de Chiapas, tienen que ver con la pobreza y las condiciones insalubres –todas circunvecinas- y los flujos que se dan a partir de ello y sus directrices, las cuales son principalmente por falta de oportunidades, contrario a otras regiones donde la inseguridad y la violencia son memoria nativa.

El gobernador de Chiapas y los medios de comunicación no revierten este problema, al contrario, celebran ser coro en esta nueva ruta para el regate: ese suave periodismo ejercido por rameras y el Chiapas re-generacional.

Parafraseando a Fernanda Tapia:

Al escudo de Chiapas hay que cambiarles los leones por focas, ya que el chiapaneco es el único animal que teniendo el agua hasta el cuello, aplaude.

Luis Daniel Pulido

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