El campesino que soñó en el ring...

Beatriz Pereyra

Fuente: http://proceso.com.mx/

Edición del Domingo 14 de febrero del 2010. No. 1737

El jornalero chiapaneco de 20 años Geobani Díaz tuvo una pelea de box el 21 de noviembre pasado. Hoy no se puede levantar de una colchoneta de hule ni dejar de usar un pañal desechable. Aquella noche de 2009 lo noquearon. Cuando cayó se golpeó brutalmente la cabeza. Estuvo un mes en coma inducido, le quitaron un pedazo de cráneo y no se sabe si volverá a caminar y comunicarse. Por esa pelea le pagaron 8 mil pesos, de los que el presidente de la Comisión de Boxeo de Tuxtla Gutiérrez, Neftalí Gordillo, le quitó 2 mil 400 y se desentendió del problema...

TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIS.- Desde la calle se alcanza a ver el cuerpo extremadamente delgado, y sin más ropa que un pañal desechable, del boxeador Geobani Díaz.

Está recostado en una improvisada cama: un colchón inflable, de plástico, sobre el piso de uno de los dos cuartos donde viven hacinados desde hace un par de meses, lejos de su casa, los familiares que se turnaban para cuidarlo en el hospital al que ingresó el pugilista al borde de la muerte.

Ahí lo dejó el 20 de enero una ambulancia del Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Chiapas (ISSTECH). Geobani había recibido el alta médica desde días antes, pero no podía dejar el hospital porque sus familiares no tenían dinero ni un vehículo para trasladarlo al municipio de Villaflores, a dos horas de la capital, donde residen.

La modesta vivienda rentada queda al oriente de esta ciudad. La puerta siempre está abierta para permitir el paso del aire ante la falta de ventanas o de un ventilador.

Sin médicos ni enfermeras, son las manos de sus padres o de su esposa Verónica –con un embarazo de cinco meses y madre de una pequeña de dos años– las que cuidan del muchacho. De boxeador pasó a bulto tras el castigo que recibió en el ring y le dejó un hematoma subdural con contusiones hemorrágicas y edema cerebral severo. Durante un mes estuvo en estado de coma inducido; las secuelas parecen peores.

“El área donde tuvo la lesión va a provocar en Geobani alteraciones del lenguaje y del habla, además de que por el tiempo que estuvo en terapia intensiva va a tener dificultades para volver a caminar”, anticipa el neurólogo clínico que lo ha atendido, Jorge Castellanos.

Explica que posiblemente no recupere el habla, “que no pueda entender ni coordinar un lenguaje para poder comunicarse y también para emitir sonidos”.

La golpiza

La noche del 21 de noviembre de 2009, Geobani Díaz enfrentó a Ramón Niño de Oro Ayala en una pelea pactada a ocho rounds en peso ligero, programada como respaldo a la estelar que protagonizaron el entonces monarca mundial minimosca, el mexicano Édgar Sosa, y el filipino Rodel Mayol.

Aunque en el segundo round Díaz mandó a la lona a Ayala, éste pudo recuperarse. En el cuarto episodio le conectó un derechazo al cuerpo y luego un gancho de izquierda a la cara que lo derribó. Su cabeza golpeó de forma dramática sobre el ring.

La imagen fue espeluznante: el boxeador tendido boca arriba con el rostro bañado en sangre; el cuerpo suelto, como sin vida. Díaz recibió atención médica en el cuadrilátero, pero de inmediato le cubrieron la cara con una toalla blanca. En medio de la confusión, nadie se ocupó de aflojarle los guantes ni las zapatillas.

Unos minutos después, como si nada hubiera pasado, Geobani se incorporó entre aplausos del público. Todavía se dio el lujo de brincar sobre las puntas de los pies, mover un poco la cabeza y sacudir los brazos. Se rehusó a subirse a una camilla y, por sí mismo, bajó del entarimado. Un médico le indicó que no caminara, que se acostara, pero el pugilista insistía en que se sentía bien. Finalmente aceptó; cuando se encontraba acostado sobre una mesa en el vestidor, comenzó a convulsionarse.

De inmediato lo trasladaron al Hospital Regional de la Secretaría de Salud, donde fue estabilizado: Una tomografía mostró el daño en el cerebro y fue trasladado al Hospital Militar. Ahí, el neurocirujano Francisco Aquino drenó el hematoma y realizó una craneotomía descompresiva para evitar que el edema oprimiera estructuras vitales como el tallo cerebral que podría matarlo.

El cirujano quitó del lado izquierdo un pedazo de cráneo de aproximadamente 10 centímetros de diámetro para que el cerebro tuviera espacio para expandirse.

“Lo dejaron tapado con el puro cuero, así está todavía. Está cosido, pero está pendiente otra cirugía para ponerle una placa y taparle el cerebro. Está en un estado muy mal de su cabeza. No sabemos cómo va a quedar, si con secuelas o no. No sé por qué le dieron el alta así nada más. Le falta ese cacho de cráneo; tiene la traqueotomía, aunque ya respira un poco por la nariz, y tiene sonda para alimentarlo porque estuvo como un mes en coma. Luego despertó poco a poco, pero no habla; abre los ojos y los mueve”, cuenta Bulmaro Díaz, el hermano mayor de Geobani.

“Está reaccionando, le pido la mano y me la da”, tercia Freddie Díaz, otro hermano del boxeador. “Si está volteado le hablo por su nombre y me voltea a ver. Sí escucha. Hoy lo hicimos reír cuando estábamos aquí platicando con su esposa y su niña. Mueve las piernas y los brazos. Nos lo vamos a llevar a la casa (en la colonia Jesús María Garza, en Villaflores) y le vamos a hacer las terapias para que vuelva a caminar”, dice Freddie.

Giovanni Díaz Gómez, de 20 años de edad, entrenaba boxeo desde los 16 mientras sembraba maíz y frijol, bajo las órdenes de Manuel López en el gimnasio Villaflores, motivado por su hermano mayor, Freddie, quien practicó el boxeo desde los nueve años.

Freddie opina que fue injusto que su hermano enfrentara a Ayala, un boxeador experimentado con 17 peleas, 15 de ellas ganadas (7 por nocaut), una derrota y un empate. Antes de eso, Geobani sólo tenía una pelea profesional, cuando noqueó al también novato Gilberto Morales, el 19 de septiembre de 2008, en el tercer asalto de un combate pactado a 10.

“Lo pusieron con otro que trae más peleas. Neftalí Gordillo (presidente de la Comisión de Box de Tuxtla Gutiérrez) sabía cómo estaba de nivel mi hermano, que sólo tenía una como profesional y otras amateurs, pero no eran suficientes. No es correcto lo que hicieron, hubieran buscado uno de su nivel”. A los que organizan las funciones “no les importa que los noqueen” a los boxeadores inexpertos, “ellos no reciben los golpes”, lamenta.

“Gordillo ya había visto pelear a Geobani y lo acomodó para que luciera El Niño de Oro. En el primer round Geobani lo tiró, y cuando Ayala sintió más presión lo abrazó y le pegaba atrás. En el cuarto round ya estaba atarantado mi hermano de tanto golpe que le dio en la nuca. Le dijimos al manager que hubiera parado la pelea porque tantos golpes atrás le afectaron bastante y le provocaron el derrame”, dice Freddie.

–¿El médico les dijo eso?

–Dijo que fueron los golpes muy atrás y el porrazo que se dio en la cabeza, porque cayó muy feo. Geobani traía quebrada la nariz y no dijo nada, ni se quejaba con el réferi (el chiapaneco Jesús Arias), porque él quería ganar. En el primer round lo hubiera revisado un doctor porque no paraba el sangrado. Abandonaron mucho a mi hermanito. El deber del réferi era checarlo y no lo hizo. Si traía la nariz rota hubieran parado la pelea. Geobani llegaba a sentarse a su esquina y tampoco lo checaban.

Sueño roto

Desesperados y sin dinero, los familiares de Geobani El Gavilancito Díaz son testigos de cómo el sueño de convertirse en campeón mundial apenas le duró dos peleas como profesional y ahora viven todos una pesadilla provocada, dicen, por la irresponsabilidad de quienes están en el negocio del boxeo y arman peleas disparejas, abusan de la necesidad de los peleadores y luego los olvidan.

“Los agarran de carnada y como ellos quieren boxear, aceptan todo, pero no deben hacer eso. Lo que hicieron con mi hermano fue agarrarlo de carnada y lo chingaron. Mire ahorita cómo está. No se imagina cómo nos sentimos, estamos muy acabados emocionalmente. De cómo lo conocimos a mirarlo ahorita. ¡Es una tristeza que nos da! Ya no decimos que quede bien, siquiera que conozca a las personas y hable”, se queja Bulmaro.

María de los Ángeles Gómez, la madre de Geobani, vio la pelea por televisión en su casa en Villaflores. Cuenta que se tuvo que salir porque no soportó ver cómo le pegaban a su hijo. No pensó que los golpes que le propinó El Niño de Oro tendrían consecuencias tan funestas.

“El manager vio que mi hijo estaba lastimado y sangrando bastante, y dejó que le siguieran dando. Tiene mucha culpa también el réferi que vio la hemorragia y no paró la pelea. Nunca me imaginé que esto iba a pasar. Me sentí mal porque recuerdo que le dije: ‘te van a poner uno que sea más pesado que tú y te van a joder’. Y él me dijo: ‘mamá, nomás échame la bendición’. Le dije: ‘Geobani, está muy grande ese muchacho y muy pesado, y tú estás pequeño’. Tiene la culpa el entrenador, le debió haber dicho: ‘no vas a pelear con él porque está muy pesado’, y mi hijo hubiera entendido. Somos de bajos recursos, no podemos pagar la rehabilitación, los pañales, la comida, todo lo que se nos viene”, explica la afligida mujer.

Los familiares de Geobani buscaron por teléfono en el Distrito Federal al doctor Fausto Daniel García, dueño de la empresa Boxeo de Gala que montó la función “Palenque de Campeones”, en la que fue lesionado el boxeador chiapaneco. También trataron de localizar a Jorge Cuesy, director del Instituto del Deporte, órgano del gobierno estatal que participó en la promoción y organización del espectáculo. Necesitaban 5 mil pesos para trasladar al boxeador al hospital en Tuxtla Gutiérrez y comprar más medicamentos.

Bulmaro Díaz ya perdió la cuenta. No sabe cuánto han gastado en la atención para su hermano. Hasta ahora, el doctor Fausto García le había estado depositando varias cantidades de dinero que, de todas maneras, no alcanza.

“Todo lo que necesita mi hermano es de farmacia y es muy caro. El doctor Fausto nos está apoyando, pero es su deber, es su responsabilidad como promotor de la función. El que ni se ha parado en el hospital ni se ha comunicado con nosotros es el presidente de la Comisión de Box, Neftalí Castillo, quien no ha apoyado en nada. El cabrón de Gordillo hizo esa función para ganar billete porque también es promotor, es el titular de la Comisión y hace de todo, y ahorita como vio la cosa seria y vio cómo quedó mi hermano ya ni se aparece”, se queja.

La publicidad del gobierno del estado fue ilimitada. En las cuerdas, el slogan: Son hechos, no palabras. En las esquinas: Vive Chiapas. Y en la lona, en dos lugares distintos el escudo del estado y la frase: Chiapas gobierno del estado.

Bulmaro Díaz también acusa a Neftalí Castillo de haberse quedado con 2 mil 400 pesos de los 8 mil que Geobani supuestamente cobraría por pelear en el “Palenque de Campeones”.

Cuando le preguntó por el faltante, “me dijo que Gordillo agarró el dinero. No sabía ni que explicación darme. Se lo reclamé a Gordillo y mucha gente le dijo que me lo pagara y no quiso. Luego, el manager (Manuel López) me indica que según sí tiene un contrato que firmó mi hermano, pero no me lo quiere dar. Me dio otro que no tiene firma ni sellos ni nada, que no dice nada.

“Neftalí sabe cómo está todo. Dice que él no tiene nada que ver, pero él también lo contrató, ¿no? O entonces, ¿por qué se quedó con los 2 mil 400 pesos? Si no hay contratos, seguros médicos y de vida ni van a tener nada, ¿para qué hacen funciones de box? Si no lo ven por ahí los boxeadores van a terminar mal todos; que se den cuenta que están arriesgando su vida”, sentencia Bulmaro Díaz.

Hasta el cierre de esta edición, el director del Indeporte de Chiapas, Jorge Cuesy, no atendió una solicitud de entrevista. Sin embargo, el pasado lunes 25 de enero el funcionario acudió en representación del gobernador Juan Sabines a darle la bienvenida a Saúl Canelo Álvarez, la nueva promesa del boxeo mexicano, que el próximo 6 de marzo peleará en el Palenque de la Feria Chiapas, evento organizado por la promotora HG Boeing, de Héctor García, y el gobierno del estado.

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